Palabras del Pastor

Cuaresma: un tiempo de gracia

El Vicario General de la Diócesis de Rancagua, monseñor Bernabé Silva, hizo un llamado a vivir este período intensificando la oración y también ejercitando la voluntad a través de la penitencia.

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¿Cuál es el significado del tiempo de Cuaresma?

La Cuaresma comienza oficialmente el Miércoles de Ceniza y termina el 5 de abril, Jueves Santo. Son 40 días de preparación para la Pascua. La duración de cuarenta días se remonta a la experiencia de Jesús al vivir durante 40 días en el desierto previos a su muerte y resurrección. También simbolizan los 40 días que duró el diluvio, además de los 40 años de la marcha del pueblo Judío por el desierto.

La Cuaresma es este tiempo de gracia que nos permite adentrarnos en nosotros mismos para dejarnos penetrar por la acción divina y vivir una conversión personal, que debe dar sus frutos en la convivencia familiar, en el encuentro con todas las personas en el área familiar, laboral, profesional, y en todas partes. Una conversión que nos debe llevar a asumir el mensaje del Señor en forma coherente. Este es un tiempo rico para intensificar nuestra oración, nuestro encuentro con el Señor. Es el tiempo que nos permite hacer penitencia, viviendo un estilo de vida austero, siendo sobrios y con gestos de solidaridad en bien de los demás, que nos permite ejercitar la caridad, que es una gran virtud. En esto, el Santo Padre Benedicto XVI, en su mensaje de Cuaresma, señala que “la Cuaresma debemos vivirla como un tiempo privilegiado de encuentro con los hermanos cultivando y viviendo la fraternidad”.   

¿Cuál es la espiritualidad del período de Cuaresma?

La espiritualidad de Cuaresma deberíamos vivirla siguiendo el itinerario que la Iglesia nos señala, en cuanto a la oración: visitar frecuentemente algún templo para orar, acercarse al Sacramento de la Confesión, fortalecer el rezo del Rosario y, ojalá, la oración familiar, participar con gozo en la misa del domingo, dado que es el día del Señor y leer diariamente un trozo del Evangelio.

También esta espiritualidad dice relación con la penitencia. Tenemos que ejercitar la voluntad personal, en cuanto realizar privaciones de aquello que más nos agrade para entregarlo en bien de los más necesitados. Por ejemplo, si alguien fuma o come chocolate, privarse de ellos, también la familia puede decidir no salir a cenar, para  comer algo sencillo en el hogar y dar esos recursos como ofrenda en la cajita de Cuaresma de Fraternidad que va en bien de los jóvenes más vulnerables.

Además, se puede realizar mucho más en relación con la caridad: tener buenas relaciones con los demás, vivir intensamente el mandamiento de amarnos los unos a con los otros. Aquí, las parroquias, movimientos y colegios, deben poner mucho empeño en trabajar fuertemente en la Cuaresma de Fraternidad en la distribución de las cajitas que es una tradición del Episcopado chileno desde 1981 y que va en ayuda de los jóvenes en riesgos social. Esta es una obra que debe ser impulsada por el amor al Señor para sensibilizarnos por los demás, especialmente, por los que sufren, tienen menos o nada.

El Sínodo nos ha ayudado a tomar conciencia que debemos ser una Iglesia más solidaria. Esto y más cosas incluyen esta espiritualidad de este tiempo de gracia como es el tiempo de Cuaresma.

 

¿A qué acciones nos llama esta espiritualidad de Cuaresma?

Las acciones son gestos concretos que cada uno o la familia, puede realizar en bien de una familia que conozcan o en forma más comunitaria a través de la Iglesia, retirando una de las cajitas que se distribuyen en todos los movimientos, parroquias o colegios, a partir del 22 de febrero, Miércoles de Ceniza.