Monseñor, ¿Cómo se está preparando nuestra Diócesis para la Navidad?
Adviento es un tiempo litúrgico maravilloso de preparación a la Navidad. Cada domingo los textos bíblicos nos van señalando los grandes caminos de renovación y conversión cristiana y, especialmente, la preocupación por el Cristo que sufre en los hermanos enfermos, en los más pobres, de los ancianos abandonados, etc. Entonces, junto con preparar la Navidad en nuestra familia, con los consabidos regalos para nuestros los hijos, que son expresiones del regalo que Dios nos hizo de enviar a su hijo Jesucristo al mundo, que hermoso sería que en cada hogar hubiera una preocupación para llevar alegría y esperanza a nuestros hermanos más desposeídos. En ese sentido, van surgiendo en las parroquias, a través de la Caritas diocesana, diferentes iniciativas, especialmente lo que llamamos la caja de Navidad, y que en cada parroquia va buscando los recursos necesarios para llevar ese regalo a las familias más humildes. Y que ojalá se llevara ésta por los mismos cristianos como un modo de compartir en algún momento previo a Navidad o ese mismo día, para hacernos amigos de esa familia y expresarles nuestra cercanía, nuestra fraternidad, que es el mayor regalo que podemos hacerles, que también se expresa en un aporte concreto para que esa familia pueda pasar una mejor Navidad.
Monseñor, ¿Cuál es el llamado de la Iglesia en esta época donde nos dejamos llevar, en muchas oportunidades, por el consumismo navideño?
Bueno, la idea es compartir. Si yo sólo vivo estos días para mí mismo y como máximo mis seres queridos, y gastar a veces lo que no tenemos en regalos excesivos y muy caros, evidentemente estoy desvirtuando el sentido de Navidad. La Navidad para los que tenemos el don de la fe y también para los que sin tenerlo, son humanistas en el sentido de tener preocupación por el ser humano, lo más importante es la cercanía con el prójimo, con el que más sufre: compartir parte de lo que somos y parte de lo que tenemos con aquellos que padecen alguna necesidad, entre las diversas expresiones que toman las necesidades humanas. La Navidad es más Navidad, cuando estamos cerca del niño abandonado, del anciano solitario, del enfermo desahuciado, de la persona que vive sin esperanza y que le llevamos nuestra sonrisa, nuestra amistad, nuestra generosidad, expresada en algún regalo material, pero sobre todo nos entregarnos nosotros mismos para hacerles comprender que Dios los ama a ellos de manera preferente; y, que sí Jesucristo nació en la pobreza de Belén fue para manifestar que Él venía para todos, pero de manera especial para aquellos que la sociedad posterga o como dice el papa Francisco “descarta”. Para un verdadero corazón creyente y una persona profundamente humanista no hay ningún ser que debe ser descartado, al contrario, los más débiles, los más pobres, los más vulnerables deben estar en el corazón con un amor preferente para ellos y ayudar a su dignificación.