¿Cómo vive hoy, a sus 75 años, este nuevo aniversario episcopal?
Con profunda gratitud a Dios y a la Iglesia, y a tanta gente que a lo largo de mi vida, en las diferentes tareas, me han ayudado a ser sacerdote y obispo. Un ministerio de Dios sin el apoyo de su pueblo, sin la cercanía con su pueblo no es nada, sólo Dios sabe el bien que me han hecho a mí la gente. Yo siento una gratitud muy grande por tantos testigos de la fe que me ha tocado conocer a lo largo de mi vida, por eso bendigo al Señor, porque he encontrado testimonios y ejemplos de fe y amor a Dios impresionantes. Hay mucha gente que ha recibido menos dones que yo y eso, sin duda, para mí es un estímulo para pedirle al Señor la gracia de responder cada día con mayor fidelidad a esta vocación gratuita que Él me regalo.
Finalmente, si pudiera pedir un regalo de aniversario episcopal, ¿qué pediría?
El regalo más grande para mí sería que los chilenos accedamos a la persona de Jesús y el Evangelio, una persona que comprende el contenido de su proyecto del Reino de Dios y que trata de vivirlo, será una persona que siempre hará el bien a los demás, que influirá para que la sociedad sea de hermanos, y para que junto con eso sepamos dar lo mejor de nosotros para construir una patria justa y digna para todos. Este país es mayoritariamente cristiano, 60% ó 65% de católicos y 15% ó 20% de hermanos evangélicos, si todos los que seguimos a Jesús, tomamos en serio su persona y mensaje, sin duda, Chile sería un país diferente, donde la honestidad, el trabajo responsable, la búsqueda de los valores trascendentes, serían las características, y no como ha ocurrido y está ocurriendo todavía, lamentablemente, la codicia, el afán de dominio hacia los demás. El mejor regalo que podría pedir es que todos se puedan encontrar con Cristo y su Evangelio.