El obispo de Rancagua, monseñor Guillermo Vera Soto, presidió la misa solemne en el Santuario de Santa Rosa de Lima en Pelequén, frente a cientos de peregrinos que desde temprano esperaban para participar de la Eucaristía del mediodía en la planicie del Santuario. Las misas habían empezado a las 6 de la mañana y se celebraron cada una hora y media hasta las 19 horas, del martes 30 de agosto.
En la Eucaristía, concelebrada por el rector del Santuario, padre Juan Carlos Farías; el Vicario General, padre José Vergara; el Vicario Pastoral, padre Juvenal Galaz, el pastor diocesano señaló que “el peregrino sabe hacia dónde sale y a dónde quiere llegar. Eso es lo que tenemos que vivir en la vida: hemos salido de Dios y a Él debemos de llegar. Caminemos como peregrinos en busca de aquel cielo y de aquella vida eterna de la que Santa Rosa ya participa”, dijo; y agregó que “en la vida muchas veces pareciera que los problemas nos aplastan, pero incluso en esos momentos el creyente es capaz de confiar en este Dios que se compadece de nosotros. Este Dios misericordioso que tiene corazón de mamá, porqué puede una madre olvidarse de un hijo, y aunque eso sucediera, Dios no se olvida de ti. Peregrino deja que la palabra del Señor entre en tu corazón. Hermanos y hermanas que se renueve tu fe y la esperanza, que puedas volver a tu casa contento de ser Iglesia, de formar parte de la familia de Dios”, aseveró. Durante la homilía, el pastor diocesano invitó a los peregrinos a tener un momento de silencio para hablar con el Señor y los llamó a confiar en Él y a transmitir la fe.
La Eucaristía concluyó con un esquinazo ofrecido por el grupo “Renacer de mi tierra” y varios pies de cueca.
En la jornada también le rindieron homenaje la Orquesta Sinfónica Barroco Nuevo Mundo con la interpretación de diferentes piezas musicales; luego continuó a las 15:30 horas con una procesión con la imagen de Santa Rosa desde el Santuario para a las 16:30 horas celebrar un esquinazo en la planicie central del Santuario.
Cabe destacar la responsabilidad de los peregrinos, quienes de forma ordenada participaron en las Eucaristías y actividades pastorales y una vez concluidas se retiraban para dar la posibilidad a otros de ser parte de las que continuaban en el Santuario.