Monseñor, comenzó el invierno y muchas personas viven en situación de calle, al respecto ¿qué acciones realiza nuestra iglesia diocesana?
Hace algunos días escuche que dos personas adultos mayores en Santiago murieron en la calle de frío. ¡Es terrible! Es terrible que en un país que ha ido progresando económicamente haya gente que no tenga donde pasar una noche de forma digna. Hay lugares, sin duda, que lo hacen con mucho cariño, pero es insuficiente. Por eso el gran problema que debemos enfrentar siempre como país es la superación de la pobreza extrema. En estos últimos años hemos avanzando, pero todavía nos falta mucho para ser una sociedad que se preocupe de forma mucho más efectiva y afectiva el mundo de los que no tienen nada, como son quienes viven en la calle. Cuando uno piensa en el frío de estos días, en la inclemencia del tiempo durante el invierno y que haya hermanos que estén sufriendo en las calles, con peligro de sus propias vidas, sin duda, que es un escándalo, por el cual tenemos que luchar para superarlo. En ese contexto, nuestra Fundación Social Caritas está tratando de contribuir a mitigar en parte este dolor, participando con el gobierno en un programa de albergue para personas en situación de calle.
Monseñor, ¿De qué forma los católicos podemos colaborar para superar la pobreza y las personas en situación de calle?
En este momento, con esta solución para unas 40 ó 50 personas en el albergue, que está ubicado en calle Unión Americana 735, entre Millán y Maruri, queremos en parte mitigar el sufrimiento de estos hermanos y ojalá que todos los que puedan contribuyan especialmente con víveres no perecibles para darles una alimentación digna, especialmente en la noche cuando llegan para albergarse ahí. Pero en definitiva, lo importante es que como creyentes y personas de buena voluntad estemos siempre atentos a las necesidades de los demás. Que el progreso que el país ha experimentado en estos años, aún en medio de tantas dificultades, debe llegar también a estas personas. De ahí que cualquier iniciativa que la Iglesia o particulares puedan realizar para contribuir a ayudar a estos hermanos, que por circunstancias de la vida viven en la calle, será un don muy agradecido y Dios bendecirá, porque como decía el San Alberto Hurtado: ‘el pobre es Cristo, todo lo que le hagamos a ellos, se lo estamos haciendo a Cristo’, nos lo dice el mismo Jesús. Por lo tanto, con mucha generosidad contribuyamos y ayudemos. No miremos en menos a las personas que viven estas situaciones, sino que tratemos de amarlas, como Jesús nos pide amar a todos, pero especialmente a los más frágiles y sufrientes, y quienes más sufrientes que estas personas que viven en las calles en este invierno tan frío.