Muchas familias llegaron hasta la Catedral de Rancagua para participar este 24 de diciembre en la tradicional misa de Nochebuena, que en esta oportunidad fue celebrada por el obispo de Rancagua, monseñor Guillermo Vera Soto.
Previamente, el obispo había entregado a la comunidad su mensaje de Navidad, en el que destaca que “la fiesta que celebramos no puede llevarnos sólo a un sentimiento pasajero; no, Navidad es la fiesta del compromiso de Dios con el hombre: yo estoy con ustedes todos los días, dice el Señor. Él se ha acercado para permanecer con nosotros. El Señor permanece junto a nosotros en su Palabra, en la Iglesia, en la Eucaristía donde se nos da como alimento para nuestra vida y se ha quedado en cada hombre y mujer donde Él quiere ser reconocido y servido.
En esta celebración llamó a que “no olvidemos a quienes sufren el horror de la guerra en diferentes partes del mundo, de manera especial de los niños que lloran por el ruido de las bombas y que no pueden jugar tranquilos. No olvidemos a los enfermos y encarcelados, a los que están solos y desanimados, para ellos también es la Buena Noticia del Nacimiento del Salvador, acompañemos con nuestra oración y tratando de ayudar en lo que de nosotros pueda depender”.
Finalmente indicó que “hoy cuando nos sentimos felices por la cercanía de Jesús, nosotros que queremos ser de los suyos, hemos de tener presente que un cristiano no nace, sino que se hace. Sí, hemos de hacernos cristianos, no contentarnos con una fe heredada, sino que esa fe heredada que hemos de agradecer, hemos de cuidarla y eso se hace con un trato afectivo y permanente con Jesús, conociendo su Palabra y tratando de vivir sus enseñanzas, celebrando la fe y recibiendo los sacramentos, y en la lucha de cada día por ser fieles y un poco más parecidos a Él. Hoy, ante Jesús comprometámonos a hacernos cristianos, a ser testigos de Jesús, el mundo lo necesita y así nuestra fe no será un solo sentimiento sino vida”.