Monseñor, ¿Cuál es el rol del diaconado permanente en la Iglesia actual?
El Concilio Vaticano II restauró el ministerio de los diáconos permanentes. Históricamente, al comienzo de la Iglesia, existieron, pero con el pasar de los siglos terminó su servicio. Fue con el Concilio Vaticano, al final del año 1965, que se restauró el diaconado permanente. La mayoría de ellos son hombres casados, hay algunos también célibes, que se consagran a Dios en un triple ministerio. El diácono es servidor de la palabra de Dios, en todas las formas: en las predicaciones, en las conferencias, en la preparación para los diversos sacramentos. El diácono explica y profundiza la palabra de Dios con los fieles. En segundo lugar, el diácono colabora con el presbítero en el ministerio litúrgico, especialmente, en la celebración de la Eucaristía; y en tercer lugar, es el ministro de la caridad, de la solidaridad, de todas las expresiones de preocupación por el prójimo y por los que sufren: de los enfermos, los presos, los abandonados, los niños, los ancianos. Todos ellos son preocupación de la Iglesia y de manera especial a través del diaconado. Este triple ministerio que ellos ejercen es su carisma específico y ha sido para la Iglesia, después del Concilio Vaticano II, un don muy grande. En Chile son más de mil 500 diáconos que ejercen este ministerio y en nuestra región son cerca de 70.
Monseñor, en nuestra diócesis ¿Cuáles son las principales actividades de los diáconos?
Los diáconos permanentes tienen, a la luz de los tres grandes ministerios: la palabra, la liturgia y la caridad, una misión en el mundo. La mayoría de ellos son casados y tienen sus actividades profesionales. En la región muchos son profesores, empleados, obreros, campesino, entonces en cada una de sus tareas profesionales, ellos tratan de ser testigos de Cristo con su vida, con su palabra, con su testimonio, pero al mismo tiempo realizan actividades pastorales muy concretas. La mayoría está adscrito a una parroquia donde cumplen misiones de predicación de la palabra en liturgias, celebrando los dos sacramentos que pueden celebrar el bautismo y el matrimonio, despidiendo a los difuntos en los responsos en los funerales, etc. Muchos de ellos también tienen actividades pastorales en relación a la caridad; otros se dedican al tema ambiental en el ámbito de la educación. Este es un ministerio extraordinariamente valioso. Por eso, el 10 de agosto se celebra su día, porque San Lorenzo fue un diácono que murió mártir, y que es el patrono de todo ellos. En nuestra diócesis lo vamos a celebrar el domingo 14 de agosto, con un encuentro fraterno con sus familias, sus esposas, sus hijos. Les daré una conferencia y celebraremos la Eucaristía para después compartir un almuerzo fraterno. A todos los diáconos de nuestra querida diócesis felicidades en su día.