Una Catedral repleta de feligreses acompañando a los sacerdotes de la Diócesis de Rancagua, fue el escenario donde se desarrolló la Misa Crismal, el pasado viernes 31 de marzo, dándose inicio en la diócesis a todos los ritos y ceremonias propias de Semana Santa.
Durante la Eucaristía, celebrada por el Obispo de Rancagua, monseñor Guillermo Vera Soto, los sacerdotes presentes renovaron sus votos sacerdotales.
En la oportunidad, también se consagraron los óleos que se utilizan para los sacramentos del bautismo, la confirmación y la unción de los enfermos. En la ocasión, monseñor Vera agradeció a todos su presencia en la misa, en especial a los consagrados contemplativos: benedictinas, trapenses y adoratrices del Santísimo Sacramentos que estaban en la Catedral.
Dirigiéndose directamente a los sacerdotes les dijo que ante los problemas diarios y las vicisitudes no deben perder su entusiasmo: “hemos de volver a renovar nuestra juventud espiritual” -señaló- para que “que nos venza la desidia y el desánimo”. Les enfatizó que su “sacerdocio es valioso y necesario en todo momento, porque no es otro que el sacerdocio de Cristo, de aquel que tuvo gente que lo quiso y otros que lo despreciaron”. Además, los invitó a vivir el sacerdocio cada día con más fe y generosidad, puesto que “Jesús cuenta contigo; tus hermanos cuentan contigo; tu obispo cuenta contigo; y la Iglesia cuenta contigo”.
Puntualizó que “hoy se necesitan sacerdotes santos, no hemos de tener vergüenza de decirlo, hemos de pedirlo con insistencia y tratar de serlo nosotros”. El pastor diocesano invitó a los fieles a orar y pedir siempre al Señor que nos dé más sacerdotes para atender todas las necesidades del Pueblo de Dios.