Cuando las luces del templo se encendieron, luego del rito de dedicación de él, la alegría de ver un sueño cumplido se podía sentir. Es que este martes 27 de agosto, la comunidad de Rancagua vivió un momento significativo con la dedicación de la Iglesia Divina Providencia, perteneciente a las Hermanas Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento. Esta ceremonia reunió a una gran cantidad de fieles, benefactores, sacerdotes, diáconos y seminaristas, todos testigos de este hito que marcó el fruto de años de esfuerzo y devoción por parte de las religiosas y sus cercanos.
La solemne Eucaristía de dedicación fue presidida por monseñor Guillermo Vera, obispo diocesano de Rancagua, quien estuvo acompañado por monseñor Óscar Blanco, obispo de Punta Arenas, y los obispos eméritos Alejandro Goic y Horacio Valenzuela.
En la oportunidad, monseñor Guillermo Vera realizó el rito de dedicación, incluyendo la aspersión de agua sobre los muros y el altar del nuevo templo, simbolizando la consagración de este espacio sagrado.
Las Hermanas Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento, tras años de trabajo y presencia en Rancagua, han logrado materializar este anhelado proyecto, que permitirá acoger a un mayor número de fieles en un lugar de oración y adoración. La nueva iglesia se convierte en un símbolo de fe y esperanza para la comunidad, consolidando la misión espiritual que las hermanas han mantenido durante tantos años.