Recientemente hemos celebrado la 103° Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile y la declaración final refleja lo que ahí vivimos. En primer lugar hablamos de las orientaciones que recibimos en la visita “Ad Limina” de parte del papa Francisco y sus principales colaboradores para enfrentar los desafíos pastorales que plantea a la Iglesia la realidad actual. Ahí el Papa nos insistió mucho en que estemos permanentemente cerca de los más pobres para llevarles la buena nueva de Jesús y realizar toda acción que signifique que ellos puedan crecer en su dignidad. Luego también miramos la realidad de nuestro país por la difícil y grave crispación del debate social y política, especialmente en este año electoral e invitamos al país a no dejarse provocar por un ambiente de agresión y descalificación. Es necesario, especialmente este año de elecciones, que haya serenidad y respeto de unos para con otros, para buscar todos juntos, desde las legitimas diferencias, los caminos para resolver los problemas del país. Señalábamos ahí que no se puede tratar de forma acelerada ni acalorada, temas tan relevantes y prioritarios como son las pensiones dignas para los adultos mayores y la reforma a la educación superior y situación de los migrantes que requiere de una nueva legislación, son más de 500 mil los que han llegado los últimos años al país, y que requieren de una acogida fraternidad para que se integren con las mayores posibilidades a nuestra vida nacional. También nos referimos al próximo Sínodo de los Jóvenes que se realizará en octubre de 2018 y el proceso de preparación que corresponde a cada país y diócesis para que este evento mundial sea realmente significativo para la vida pastoral y la evangelización del mundo de los jóvenes. En definitiva, siempre la Conferencia Episcopal trabaja temas de la evangelización, pero mirando el presente la realidad y ver como en esa realidad anunciamos a Jesucristo y el Evangelio.
Sin duda que el aporte fundamental es que cada uno en su comunidad, en su parroquia, en su movimiento apostólico procure ser testigo de Cristo. Estamos celebrando este tiempo pascual y es el testimonio de los cristianos el que convence, no son tanto las palabras sino una vida coherente con el Evangelio. En un mundo donde prima el egoísmo, los creyentes y todas las personas de buena voluntad estamos llamados a vivir en el amor, en la preocupación por los demás. En un mundo donde reina el dinero, no importa con que medio se obtenga, debemos dar testimonio de la honradez en nuestro trabajo y de la honestidad para tener el dinero ganado legítimamente para satisfacer las necesidades. En definitiva, el mayor aporte que podemos hacer los creyentes a la sociedad es tratar de vivir en serio el mensaje de Jesús, que es un mensaje de amor, de paz, de justicia, de solidaridad, de honestidad, de vivir en la verdad.