Editorial

Miércoles 01 de Diciembre del 2021
"Vivamos este diciembre tomados de la mano de la Inmaculada y que nuestra fe y esperanza no decaiga nunca", monseñor Guillermo Vera Soto.

Este último mes del año viene marcado, como siempre, por grandes celebraciones litúrgicas, graduaciones, despedidas, y este año -además- con la elección del Presidente que dirigirá los destinos de nuestra Patria. Los que creemos hemos de tratar de vivir los acontecimientos de nuestra vida muy tomados de la mano de Jesús y atentos a su Palabra.
Hemos iniciado el tiempo de Adviento, un nuevo año comenzamos a celebrar en la Iglesia, no es un volver atrás, sino que recordando los misterios que nos dieron vida caminamos hacia la consumación de nuestra fe. Recordando la historia de salvación, el creyente procura hacer nuevas las cosas y mira el futuro con esperanza, pero ese futuro se plasma con el trabajo y el esfuerzo que cada uno vaya realizando en el hoy de nuestras vidas; pero trabajar de verdad, el esfuerzo de cada uno sumado al de otros por hacer el bien tendrá que dar resultados y se podrá cumplir lo que profeta Isaías nos dice en este tiempo de Adviento: “llegará el día que los hombre de la espadas forjarán arados y de las espadas harán  herramientas par podar”, “llegará el día en que habitará el lobo con el cordero, que la pantera se echará con el cabrito”, hermosa manera de vislumbrar un mañana distinto, pero que no se logrará sin trabajo, sin esfuerzo y sin generosidad de nuestra parte. Confiamos en la ayuda del Señor, pero Él confía también en nuestra respuesta. “De que tú y yo nos portemos como Dios quiere, dependen cosas grandes”, así decía San Josemaría, tratemos de hacer lo que Dios nos pide y confiados en su misericordia iniciemos un nuevo año en la fe.
Como chilenos, en estos días vamos a elegir a quien será nuestro presidente, la fe debe iluminar también el importante acto democrático de votar. Como creyentes hemos de procurar buscar que el alma de Chile, con sus valores de amor a Dios, a la familia, a la vida, a la verdad, al espíritu de acogida, al respeto por toda persona, sean preservados como la gran riqueza que poseemos. Ejerzamos nuestro deber cívico con responsabilidad, esperando que quien sea electo cuide aquellos valores que para nosotros son intransables.
Pudiera parecernos que no es ámbito propicio el de este año para gozar y vivir en profundidad el Nacimiento de Jesús, que nos falta sosiego, tranquilidad. Grandes tensiones, agitaciones, y preocupaciones atraviesan nuestro panorama chileno. Cuando el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, tampoco fue un paraíso idílico de paz y sosiego. Padre y madre afligidos caminan entre multitudes, tropezando, José sostiene, María sintiéndose pesada, nota las señales de un parto próximo y en el horizonte no vislumbran lugar para ellos. Improvisadamente, un pesebre a las afueras de Belén, solos los dos y el tesoro del que son responsables…  Acogen confiadamente esta situación, sin garantías no es lo que ellos habrían imaginado para recibir al Hijo de Dios. Probablemente nosotros también querríamos una situación más calma, pero la realidad es la que vivimos y que podríamos transformar si en vez de llenarnos de reclamos o dejarnos llevar por la apatía, al igual que José y María, aprovechamos las oportunidades que se nos brindan y transformamos lo que parece negativo en una oportunidad. José y María con su trabajo, ternura y fe transformaron un pesebre, sucio, oscuro y mal oliente en la mejor cuna para Jesús, ¿por qué no creer que con nuestra fe comprometida y compromiso responsable podemos lograr lo mismo en nuestro entorno, en nuestro país?
Vivamos este diciembre tomados de la mano de la Inmaculada y que nuestra fe y esperanza no decaiga nunca.
No olvidemos: “de que tú y yo nos portemos como Dios quiere, dependen cosas grandes”.


+Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua