Una oración por las necesidades de Chile y sus habitantes realizó el Obispo de Rancagua, Alejandro Goic, el el tradicional Te Deum de Fistas Patrias en el que participaron autoridades civiles y militares, además de fieles de la comuna. En laoportinidad monseñor Goic señaló que “al celebrar hoy a la patria amada, inicio esta reflexión con las inspiradas palabras de San Alberto Hurtado, cuando dijo Chile tienen una misión en América y en el mundo: misión de esfuerzo, de austeridad, de fraternidad democrática inspirada en el espíritu del Evangelio… La misión de Chile queremos cumplirla, nos sacrificaremos por ella. Nuestros padres nos dieron una patria libre, a nosotros nos toca hacerla grande, bella, humana fraternal. Si ellos fueron grandes en el campo de batalla, a nosotros nos toca serlo en el esfuerzo constructor”.
Monseñor Goic calificó como un “signo preocupante de estos cambios es el descrédito y la desconfianza en el que han caído diversas instituciones, entre ellas la misma Iglesia. Esto devela un rostro preocupante, pero también un valor, que es el que tiene, para la comunidad nacional, lo que hagan los actores sociales… pues se les exige rigor. Como Iglesia, en particular, reiteramos nuestra petición de perdón por las dolorosas fallas que hemos cometido y que han suscitado esa desconfianza, pero manifestamos, con la gracia de Dios, nuestra decidida voluntad de cambio”.
Como punto central destacó que “paulatinamente madura en la conciencia nacional un principio cristiano esencial: el respeto irrestricto por la dignidad de toda persona humana. Este año hemos sido testigos de injustas discriminaciones, pero al mismo tiempo, estos hechos nos ayudan a revisar nuestras formas y maneras de trato para que en ellos jamás pasemos a llevar la dignidad de ninguna persona”. Respecto a la disminución de la pobreza, Monseñor Goic señaló que hay signos de que ella ha ido disminuyendo, pero se requiere del compromiso de toda la sociedad por erradicar la pobreza material”.
Asimismo, valoró los rasgos de pluralismo que vive la sociedad, “porque en medio de las legítimas diferencias, buscamos el bien común anclado en principios sólidos”. Pero también Monseñor criticó que “en nombre de las mayorías se transgredan principios inalienables propios de la naturaleza humana. No resulta legítimo que las minorías, en el uso de los medios de presión, busquen imponer principios que vulneren las raíces más profundas de nuestra cultura. El diálogo y el respeto, tan propios del cristianismo, han de ir acompañados de la caridad y de la verdad que le dan consistencia a una auténtica comunidad humana”.