Actualidad Diocesana

Cardenal José María Caro, primer cardenal chileno y pastor de los más necesitados

Miércoles 19 de Febrero del 2025
En el corazón de la región de O’Higgins, el legado de José María Caro Rodríguez sigue vivo como símbolo de fe, justicia social y servicio pastoral. Su vida inspira a generaciones de católicos en Chile y más allá.

El 18 de febrero de 1946 se proclamó Cardenal a José María Caro Rodríguez, quien fue el primer cardenal de la Iglesia Católica chilena, destacándose por su profundo compromiso con la evangelización y la promoción de la justicia social, cumpliéndose este año 79 años de ese hecho.

Proveniente de una familia humilde, inició su formación académica en la escuela pública de los Ciruelos y luego en el Seminario Pontificio de Santiago, alentado por el canónigo Ramón Saavedra.

Su excelencia académica lo llevó a Roma, donde obtuvo un doctorado en teología en la Pontificia Universidad Gregoriana. Ordenado sacerdote en 1890, regresó a Chile para desempeñar labores como profesor y escritor de textos doctrinales. Entre sus obras destacan Tratado de fundamentos de la fe e Instrucción religiosa sobre el credo, orientadas a fortalecer la formación espiritual del pueblo chileno.

El trabajo pastoral de José María Caro en el norte de Chile dejó una huella imborrable. Nombrado vicario apostólico de Tarapacá en 1911 y obispo de Iquique en 1912, se dedicó a servir a las comunidades más vulnerables. Recorrió extensas distancias a pie, llevando consuelo y creando cooperativas y albergues en apoyo de los trabajadores. Su labor pastoral trascendió las diferencias ideológicas, ganándose el respeto de muchos sectores sociales.

En 1939, asumió como arzobispo de Santiago y, en 1946, fue elevado a cardenal por el papa Pío XII, convirtiéndose en el primer chileno en recibir esta distinción. Durante su servicio en la capital, impulsó grandes proyectos, como la construcción del Templo Votivo de Maipú. Todo lo llevó a ser Cardenal de la iglesia.

Falleció en 1958, dejando un legado de fe y servicio. Su causa de beatificación, iniciada en 1968, refleja la admiración por su vida dedicada a Dios y a los más necesitados. Hoy, el nombre del Cardenal Caro perdura no solo en la provincia que lleva su nombre, sino que, en todo el país, y su causa de beatificación representa un reconocimiento pendiente a un pastor que marcó la historia de la fe en Chile.