La vida de San Pedro y San Pablo es decisiva para toda la vida de la Iglesia desde su origen. Sabemos que a Pedro lo reemplaza en cada época a través del Papa y hoy el papa es Francisco, por lo tanto, en Francisco está el sucesor de Pedro, que va a venir a vernos a nuestro país en enero del próximo año. El principio del Papa, en este caso Francisco, es de unidad de toda la Iglesia, es su rol clave. Nosotros hacemos comunión con Pedro y luego cada diócesis, a través del obispo con él, y el obispo con todo el clero y todos los fieles católicos. Por lo tanto, la conmemoración de San Pedro nos recuerda el origen histórico de la Iglesia de hace casi XXI siglos y que hoy tiene concreción en la persona de Francisco. De ahí que tenemos que rezar mucho por el papa Francisco. San Pablo es el apóstol del hombre convertido, apasionado por Cristo que llega a decir que él ya no vive, sino que es Cristo quien vive en él. Ojalá, Dios quiera que sea así, que cada uno de nosotros pudiera decir algo parecido, que Cristo esté en nosotros y ese es el gran rol que Pablo cumplió en la primitiva Iglesia y que su palabra hoy nos sigue animando y acompañando.
En relación a la visita del papa Francisco esperamos que primero haya un gran movimiento previo en la preparación de la visita. Nos van a proponer desde la Conferencia Episcopal algunos caminos que luego a nivel diocesano tendremos que ver cómo concretarlos. Creo también que tendremos que hacer un gran movimiento para lograr que mucha gente vaya al encuentro eucarístico en el Parque O’Higgins, en Santiago. Por lo tanto, prepararnos espiritualmente para esta visita y orar mucho para que ésta produzca los mayores frutos de comunión en la Iglesia, de confianza de unos con otros y que al país le haga mucho bien, un país que ha estado complicado por las crisis de confianza de sus instituciones, incluida nuestra Iglesia. Creo que el Papa Francisco con su autenticidad y transparencia nos va a ayudar a recuperar, Dios quiera, las confianzas externas e internas de nuestro país.