El martes 15 de agosto, Fiesta de la Asunción de la Virgen, la Iglesia en el mundo entero celebra la vida consagrada, es decir, a aquellos hombres y mujeres, que recibieron el bautismo y en algún momento de su vida sintieron el llamado para entregarle al Señor su vida entera en la consagración religiosa. Por eso el martes 15, en el convento de las Benedictinas se juntarán las religiosas de la diócesis para dar gracias Dios por haber recibido este don de su vocación. Siempre será importante para la Iglesia la presencia de estos hombres y mujeres que con su voto de pobreza, castidad y obediencia nos muestren y nos testimonien de que el Señor se lo merece todo; y darle a Él la vida entera en todas sus expresiones es la forma de señalar la realidad de Dios en la vida frente a un mundo que busca afanosamente el poder, el dinero y el placer en cualquiera de sus formas. Nos hace bien ver a hombres y mujeres que renunciando al poder, a las riquezas materiales y a la búsqueda de placeres efímeros se consagran solo a Dios, para a través de esa consagración servir y entregarse al Señor y a los hermanos. Cuántos de nosotros admiramos la entrega de las monjitas en los hospitales, en los hogares de ancianos y en los hogares de niños, que cuidan de ellos con amor. Por eso una oración especial por estas mujeres y hombres que han consagrado su vida a Dios.
La Vida Siempre es un centro de acogida para mujeres que están embarazadas y que quieren tener algún apoyo en este momento importante de su vida, sobre todo cuando son jóvenes adolescentes donde no hay un compromiso del joven que engendró con ellas. También acoger a aquellas personas que por alguna circunstancia de su vida han tenido un aborto, para darles un espacio de fraternidad, de respeto, de amor. Por eso que estamos preparando un grupo de voluntarios para colaborar con este Centro La Vida Siempre y en el futuro, con la probable ley de despenalización del aborto, la Iglesia deberá seguir apoyando la vida y a quienes quieren mantener y tenerla y también a aquellas personas que por circunstancias hayan eliminado alguna vida. La Iglesia está llamada a ser madre de todos, de quienes respetaron la vida y a quienes no la respetaron, por eso confiamos en que este curso que se ha iniciado sea muy provechoso y que haya mucha gente dispuesta a acompañar, y en algunos casos disuadir, a personas que se ven enfrentadas a situaciones límites como es la de eliminar una vida. La Iglesia no está contra nadie siempre está a favor de la vida y por eso en cualquier circunstancia futura defenderemos la vida con amor, con pasión y también a aquellos que en algún momento la destruyeron.