En algunos países, sobre todo donde existen conflictos por fanatismo religioso, hay una gran persecución: hay familias desplazadas, escuelas cristianas quemadas, niños secuestrados, es la huella de muerte que va dejando la intolerancia religiosa. Hay estudios que señalan que en este siglo y a finales del pasado ha habido más mártires de la Iglesia católica que en todas las épocas originarias del cristianismo. Realmente es algo muy preocupante que por razones de pertenecer, en este caso, a la comunidad católica, sean perseguidos, asesinados y privados de todos sus derechos. Por eso es importante que logremos crear conciencia en la comunidad mundial que sólo la capacidad de tolerar y respetar las distintas visiones que uno pueda tener sobre la vida, sobre Dios, sobre su religión, son hechos fundamentales de la dignidad humana. Y en este caso particular duele muy profundamente la persecución que existe sobre todo de representantes de los estados islámicos y también de otros países que utilizan la muerte y el desplazamiento de persona que no comparten su fe. Por eso es necesario que oremos con profundidad para que Dios abra los corazones de todos los hombres y tengamos esa capacidad de respeto de unos con otros, que es lo único que hace posible la paz en nuestro mundo
En nuestro país hay una organización que se llama Ayuda a la Iglesia que Sufre, que es un organismo internacional creado por un sacerdote belga ya fallecido. El creó esta organización para ayudar, después de la I Guerra Mundial, a todas las personas desplazadas y perseguidas por su fe cristiana. Esa oficina se abrió en Chile hace algunos años y por encargo de la Conferencia Episcopal tenemos cada año un día de oración especial por la Iglesia perseguida. En el caso de Chile será el domingo 19 de noviembre, en todas las misas habrá oración especial por los cristianos del mundo que sufren persecución por su fe. Por lo tanto, lo primero es la oración, pedir a Dios a través de la oración ese llamado al corazón de los hermanos y de todos los hombres para que trabajemos por la paz y el respeto de la libertad religiosa. En segundo lugar, esta organización en Chile recibe ayuda concreta de los católicos que pueden dar recursos, porque con ellos ayudan a estos cristianos perseguidos, que salen de sus países de origen sólo con lo puesto y hay que acogerlos en campos de refugiados. Es cierto que la Naciones Unidas algo tienen para ellos, pero la Iglesia también quiere ofrecerles que puedan tener lugares de encuentro, pequeños templos para que puedan seguir su fe, más allá del desplazamiento de sus países de origen. Es una obra muy hermosa la que realiza esta organización y la apoyamos con mucha fuerza en la oración y con nuestra ofrenda generosa.