En primer lugar quiero dar gracias a Dios y a tantas personas que de una u otra manera me han hecho saber su cercanía, sus oraciones frente a la crisis de salud que he experimentado en el último tiempo. A fines de septiembre tuve un problema de presión muy alta que me llevó a estar dos días en UCI en la clínica Isamédica y a raíz de esa crisis y teniendo en cuenta los antecedentes familiares de mi padre y dos de mis hermanos y un sobrino, que fallecieron de ataques fulminantes al corazón, los médicos me sugirieron una radiografía a las coronarias. Realizadas éstas, se comprobó que había una situación compleja. Inmediatamente me hicieron una Angioplastia a las coronarias que, gracias a Dios, resultó muy exitosa. Al mismo tiempo mientras estaba hospitalizado, se produjo una obstrucción urinaria, de la que poco a poco me voy recuperando. Así es la vida, uno es un ser humano con límites propios de la condición vida humana, y cuando uno tenía todo programado, una serie de actividades y acciones pastorales, viene la dimensión limitante del ser humano a través de la enfermedad, pero gracias a Dios y a tanta gente que me ha ayudado en esta circunstancias voy saliendo adelante y confío en Dios, poco a poco, recuperar mi actividad normal.
Uno, en estos casos, siente su pobreza, porque experimenta la debilidad y eso es parte de la vida. Quiero aprovechar esta entrevista semanal para dar gracias a Dios y agradecer a todos en la Clínica Isamédica, desde los médicos, las enfermeras, los auxiliares, el personal de servicio hasta quienes entregan los alimentos diarios, se dedican a atender a los enfermos con tanto cariño y dedicación. Uno ve un mundo de trabajo y entrega a los enfermos y eso pasa en todos los centros de salud. La enfermedad es parte de la vida y cuando uno la experimenta, redescubre el valor de tanta gente que profesionalmente trabaja para servir a los enfermos, uno experimenta la necesidad que tiene de los demás. Frente a una enfermedad uno saca lecciones muy hermosas para la vida, como que todos nos necesitamos los unos a los otros, que nadie es tan autónomo para no depender de los demás y si esto lo pensáramos en la vida diaria, por ejemplo, en el contexto de las elecciones, donde todos debemos hacernos responsables del bien común, que tenemos que trabajar por los demás, especialmente por quienes más lo necesitan, los más pobres, los enfermos, los que sufren, el mundo sería diferente. Si tuviéramos esa capacidad de mirar a los demás como hermanos, como seres humanos con virtudes y limitaciones, como todos las tenemos. Experimento una gratitud muy grande a Dios y a todos los que me han hecho ver la importancia del servicio, desde el más humilde hasta el más importante, en este caso en una clínica que está al servicio de los enfermos. Que Dios los bendiga a todos y sigamos preparando con alegría la visita del Papa Francisco a nuestro país.