Su Santidad
Benedicto XVI
Ciudad del Vaticano
Muy querido Santo Padre,
Con profunda emoción los Obispos de Chile hemos recibido el anuncio que Vuestra Santidad hiciera público el día de ayer; es decir, su decisión de dejar el ejercicio del ministerio petrino a partir del próximo 28 del presente mes de febrero. Hemos acogido su anuncio con la actitud propia de hermanos y de hijos, asombrados por un gesto tan humilde y, a la vez, tan lleno de amor por la Iglesia de Cristo.
En nombre de los Obispos de Chile sentimos el deber filial de agradecer a Vuestra Santidad el precioso ministerio desempeñado al servicio de la vida eclesial durante estos últimos ocho años.
Su sabiduría evangélica, su sabia conducción y su valiente testimonio de la Verdad de Jesucristo, nos han alentado en nuestra propia misión de pastores de las Iglesias particulares que peregrinan en tierra chilena.
En nombre del Señor, V.S. ha echado las redes en un mar particularmente borrascoso cuyo oleaje puede asustar; lo ha hecho, sin embargo, con la confianza y la fe de quien sabe que la nave de la Iglesia es conducida por el Resucitado que ha vencido el mal. Con la sabiduría y la serenidad de quien se sabe signo del único Buen Pastor, Vuestra Santidad nos ha dado ejemplo de fe, de fortaleza y de sabiduría para seguir echando las redes, seguros que no faltará la pesca abundante prometida por el mismo Señor.
Queremos agradecerle, Santo Padre, la cercanía, la confianza y la oración con las que ha acompañado a la Iglesia chilena en los momentos difíciles que le ha tocado vivir. Le agradecemos de manera especial su especial cercanía al pueblo chileno que, probado por el asolador terremoto de fines de febrero de 2010, recibió un signo de su delicadeza y solidaridad al enviarnos, como mensajero suyo, a S. E. el Card. Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, que nos trajo el consuelo de su paternal bendición.
En usted hemos encontrado a un Padre atento, a un Maestro lleno de sabiduría y a un Testigo de la esperanza que no engaña.
Nuestro afecto y gratitud se hacen oración confiada que depositamos en las manos de Nuestra Señora del Carmen, patrona de Chile.
Gracias, Santo Padre, bendíganos en nombre del Señor.