Queridas (os) hermanas (os):
La Palabra de Dios en la primera lectura del Génesis nos ha enseñado que lo más importante, lo más sublime, lo central de la creación divina es la persona humana, mujer y varón, creados a imagen y semejanza de Dios.
En el Evangelio, Jesús el Hijo de Dios hecho hombre no es reconocido ni valorado en su pueblo Nazaret. “¿No es éste el hijo del Carpintero’ ¿De dónde le vendrá todo esto?. Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo?” (Mt. 13, 52).
Esta es la Palabra divina que inspira esta tarde nuestra oración y nuestra reflexión.
Nos podemos preguntar: ¿es la persona humana, cada persona lo más importante en Chile?; ¿se construyen las relaciones sociales y económicas desde esa centralidad de cada hombre y de cada mujer como lo más valioso y lo más sagrado?.
La enseñanza bíblica y de la Iglesia es clarísima: las relaciones laborales deben estar cimentadas sobre dos primacías fundamentales:
1º la primacía de la persona del trabajador(a) por sobre el tipo de trabajo que realiza.
2º la primacía del trabajo por sobre el capital.
Con estos dos principios fundamentales es necesario seguir avanzando en Chile para construir una sociedad más justa.
Hoy día se habla mucho de los temas valóricos, pero muchas veces se los reduce y limita solamente a la sexualidad humana.
Una sociedad que dignifique integralmente a sus trabajadoras y trabajadores constituye el gran tema valórico a desarrollar en el presente y en el futuro. Hay una realidad aún dramática y dolorosa en Chile, a pesar de los avances logrados. Hacia el año 2011 la gravedad de la desigual distribución de los ingresos en Chile se reflejaba en que el 20% de la población más rica recibía el 62% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que el 20% más pobre apenas el 3,3% del PIB. El restante 60% de la población en Chile (sectores medios) el 34,5% del PIB.
Debemos reconocer –lamentablemente – que Chile es uno de los países más inequitativos.
Los obispos del Comité Permanente dijimos en la Carta Pastoral “Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile” (Septiembre 2012): “La desigualdad se hace particularmente inmoral e inicua cuando los más pobres, aunque tengan trabajo, no reciben los salarios que les permitan vivir y mantener dignamente a sus familias”.
¡Este es el gran tema valórico del presente y del futuro! Y que tiene una enorme incidencia en otras realidades como la vivienda, vida familiar, salud, educación etc. ¡Este es el tema central que debería estar en el debate de los próximos meses frente a las elecciones presidenciales y de parlamentarios!.
En un país que crece económicamente, en un país que ha recuperado la democracia, la gran pregunta es ¿cómo hacemos un país más equitativo?.
El desafío de salarios dignos, particularmente, para los más vulnerables de Chile, sigue pendiente aún en nuestro país. Es necesario cuidar la dignidad de los trabajadores con salarios adecuados, y no debemos confundir la entrega de bonos y subsidios – por mucho bien que hagan – con el derecho a un salario justo que permita satisfacer las necesidades fundamentales de cada núcleo familiar.
Y junto a los salarios justos es necesarios salvaguardar otros espacios y valores: ¿se respetan los tiempos de descanso, especialmente el dominical y ¿disponen los trabajadores de espacios adecuados para desempeñar sus tareas y se cuida su seguridad laboral? ¿se pagan a tiempo los salarios y las cotizaciones previsionales? ¿hay contratos de trabajo o muchos siguen informalizados? ¿pueden asociarse en sindicatos u otras instancias permitidas por la ley para mejorar los trabajadores sus condiciones laborales? ¿los salarios son justos, hay equidad entre hombres y mujeres?.
El Card. Jorge María Bergoglio, hoy Papa Francisco dijo: “El centro no es la ganancia, ni el capital. El hombre no es para el trabajo, sino el trabajo para el hombre”. A juicio del hoy Papa “es fundamental que los gobiernos fomenten una cultura del trabajo, no de la dádiva”.
Y los Obispos dijimos: “no es comprensible que un país como Chile, con el nivel económico que hemos alcanzado, un trabajador que tiene un empleo estable esté más debajo de la línea de pobreza. Eso no es ético y no se condice con la dignidad humana. El salario ético no es una exigencia de la economía, es la consecuencia ética de la misma dignidad humana”.
Este es el mayor y más trascendente tema valórico de la sociedad chilena en la hora actual. Construir una sociedad más justa y digna para todos, donde todos puedan participar de los bienes de este mundo. Esto supone una actitud nueva desde el corazón. Especialmente para los que confesamos a Jesucristo, “el Hijo del carpintero” como Señor y Salvador; porque seguir a Jesús es creer lo que Él creyó, dar importancia a lo que Él se la dio, interesarnos por lo que Él se interesó, defender la causa que Él defendió, mirar a las personas coma Él las miró, acercarnos a los necesitados como Él hizo, amar a las gentes como Él las amó, confiar en el Padre como Él confió, enfrentarnos a la vida con la esperanza con que Él se enfrentó.
¡Dios nos ayude a vivir y realizar esta gran tarea de justicia social!.
¡Dios ilumine a las actuales y futuras autoridades de la Patria a construir una sociedad que dignifique a todos!.
¡Dios nos ayude a comprender lo que nos dijera el inolvidable Juan Pablo II: “La historia de cada uno es en gran parte la historia del trabajo que ha realizado!”. Y no sólo a comprender, sino a colaborar para que la historia de cada chileno y chilena, por la dignidad y justicia de su trabajo, pueda exclamar en el atardecer de su vida, ¡valió la pena haber vivido!.
¡Dios nos bendiga a todos!.
A Jesús, el Hijo del Carpintero, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.