Palabras del Pastor

CON GRATITUD Y ESPERANZA

Queridas hermanas y hermanos de la diócesis de la Santa Cruz de Rancagua: Hoy hemos conocido la aceptación del Papa Francisco a la renuncia que presenté al cumplir los 75 años, el año 2015. El Santo Padre ha querido que mi hermano obispo Fernando Ramos asuma como administrador apostólico de esta diócesis. Su elección es para mí motivo de gran esperanza.

En estos años he podido conocer a Fernando en diversos servicios que a él y a mí se nos han confiado. Puedo dar fe de su preocupación por emprender en la Iglesia caminos más coherentes con el Evangelio. Estoy seguro de que asumirá la tarea que se le encarga con dedicación y esmero, con la sencillez y humildad que le hemos conocido en el Episcopado.

 

A la hora de la despedida, quiero abrir mi corazón al pueblo de Dios que constituye esta querida diócesis. Ustedes saben que he procurado siempre dar testimonio de aquello que expresa mi lema episcopal, “Cristo es mi vida”. He buscado configurarme con Él en cada palabra que pronuncio, en cada encuentro, en cada decisión, en cada paso que he dado. Por eso es que las dolorosas circunstancias que vive la Iglesia diocesana, le imprimen un sabor amargo a este momento, un momento que siempre había esperado poder asumir con la humildad de quien se va a colaborar desde un servicio sencillo mientras la salud lo permita. Pero lamentablemente no es así.

 

He expresado a monseñor Ramos que estoy a su plena disposición para ayudar en todo lo que contribuya a esclarecer la verdad respecto de las situaciones que involucran a sacerdotes de Rancagua. Nunca he eludido los desafíos que se me han propuesto, tampoco las responsabilidades. Mi deber es hoy cooperar en todo aquello que el Administrador Apostólico requiera para que desde la Iglesia diocesana ofrezcamos a la comunidad y a la opinión pública las respuestas que con razón nos piden.

 

A las personas que me han expresado solidaridad y cercanía, junto con agradecerles de corazón les pido que, asumiendo el desafío que el papa Francisco nos ha dejado, volvamos nuestra mirada a Cristo y, desde Él, nuestra primera cercanía sea hacia quienes han sufrido el daño del abuso. Con la misma fuerza con que ayer hacíamos nuestro el clamor de las víctimas de la dictadura pisoteadas en su dignidad, hoy nos toca ser Iglesia samaritana junto a quienes han sido víctimas del abuso de poder clerical, y a quienes durante tiempo se desacreditó desde la autoridad eclesial. Yo me pregunto cada día, si, pese a las denuncias que dieron origen a los procesos canónicos que terminaron en duras sanciones en contra de los responsables y en mi condición de testigo de estos tristes acontecimientos que tienen en crisis a la Iglesia,  si pude hacer más, si debí hacer más, qué me faltó para entregarme mejor al servicio de todos estos hermanos, víctimas, sufrientes, en todos los períodos de nuestra historia.

 

Finalmente, quiero agradecer a quienes han caminado cerca de mi ministerio episcopal en los distintos lugares donde me ha tocado servir. Especialmente quiero agradecer a quienes me han aportado con franqueza juicios críticos y opiniones discrepantes. Cuánta falta nos ha hecho a los pastores abrir espacio a una Iglesia de comunión y participación, en que podamos decirnos las cosas de frente, con cariño y sin temor, una Iglesia que escucha de verdad, que anuncia al verdadero Dios y que sirve en los más pobres, sencillos y vulnerados en sus derechos.

 

Mi especial agradecimiento a todos los generosos servidores de las diversas secciones del Obispado de Rancagua por su lealtad y apoyo en mi ministerio pastoral y a todos los hombres y mujeres, niños, jóvenes y ancianos, en los que he podido ver reflejado el Rostro del que me llamó a ser pastor, el rostro del Jesús humilde, alegre, acogedor; del Cristo adolorido por la enfermedad o el paso de los años; del Jesús sabio, del inocente. Este contacto humano y fraterno, fue bálsamo y refuerzo en mi ministerio episcopal.

 

Dios bendiga el nuevo caminar de esta diócesis que se queda en mi corazón y en mi oración,

 

 

+ Alejandro Goic Karmelic

  Rancagua, junio 28 de 2018.