LA PERSONA DEL TRABAJADOR Y SU DIGNIDAD

Lunes 02 de Mayo del 2022
• La doctrina social de la Iglesia lleva más de ciento treinta años enseñando acerca de los temas sociales y su incidencia en las dimensiones económicas y culturales del mundo actual
El 1 de mayo la Iglesia conmemoró a San José Obrero, patrono de los trabajadores, en el marco de la celebración del día internacional del trabajo. La doctrina social de la Iglesia lleva más de ciento treinta años enseñando acerca de los temas sociales y su incidencia en las dimensiones económicas y culturales del mundo actual. Es un largo recorrido que incluye, principalmente, “Rerum novarum” de León XIII (1891), “Quadragesimo anno” de Pío XI (1931), el mensaje radiofónico de Pío XII de 1941, “Mater et magistra” de san Juan XXIII (1961), “Pacem in terris” del mismo papa (1963), “Populorum progressio” de san Pablo VI (1967), la carta “Octogesima adveniens” de este mismo pontífice (1971), “Laborem Exersens” (el “ejercicio del trabajo”) de san Juan Pablo II (1981) y “Sollicitudo rei socialis”, también del papa polaco (1987). Lo anterior, sin olvidar las constituciones del Concilio Vaticano II (“Lumen gentium” y “Gaudium in spes”), los documentos finales de las Conferencias del Episcopado de América Latina (Medellín en 1968, Puebla en 1979, Santo Domingo en 1992 y Aparecida en 2007), los Mensajes en la Jornada Mundial de la Paz desde hace medio siglo y las numerosas enseñanzas de los últimos pontífices y de las Conferencias Episcopales. En fin, un amplio depósito magisterial en torno al tema. Por lo mismo, el presente artículo solo está circunscrito a la persona del trabajador y la riqueza en torno a su desempeño laboral. Lo que san Juan Pablo II llamaba la “dimensión subjetiva” del trabajo. La “dimensión objetiva” es el capital. El trabajo como derecho y deber Menciona el papa Wojtyla en “Laborem exercens” que los derechos del trabajador se entienden dentro del marco más amplio de los derechos fundamentales de la persona y del patrimonio mundial de los derechos humanos. El trabajo que realiza la persona del trabajador forma parte del campo de los deberes y derechos del ser humano y se comprende como parte de la respuesta del hombre frente a su Creador, que le ha encomendado dominar la creación para el bien de sí mismo (le proporciona su propio mantenimiento y desarrollo), para el bien de los demás (de su familia y las otras familias, de su país, de la humanidad entera) y como respuesta responsable ante el propio Dios. Al ser el trabajo un deber del ser humano, se constituye también como un derecho fundamental. En síntesis, la novedad del papa polaco consiste en que destaca de manera primordial a la política como “una tarea moral a realizar sobre el sistema económico nacional e internacional para que esté al servicio del hombre” (FARRELL, Gerardo T.: “Doctrina Social de la Iglesia”, Editorial Guadalupe, Buenos Aires, 1984; páginas 156-157). El empleo y el salario El derecho básico del trabajador es obtener un empleo adecuado, en el que el Estado tiene la obligación de lograr una planificación global que garantice los empleos y la iniciativa privada, que al mismo tiempo entregue protección suficiente ante el desempleo y la prestación de los subsidios estatales suficientes, además de garantizar salarios dignos. Para Juan Pablo II éste es el tema clave de la ética social y el mejor modo para cumplir la justicia en las relaciones entre los trabajadores y los empresarios. Sólo así se podrá verificar la justicia de todo el entramado económico y político de las naciones. “La remuneración justa debe ser suficiente para fundar y mantener dignamente una familia y su futuro” (FARRELL, Gerardo T.: obra citada, página 158). Valoración de la persona del trabajador La encíclica aquí comentada destaca el valor del trabajador, poniendo especial énfasis en el trabajo femenino y en el rol de los sindicatos. Respecto a la mujer, busca promover la promoción de ella para el desarrollo efectivo de tareas productivas en casi todos los sectores de la vida, salvaguardando su propia índole femenina y maternal. Tanto para el hombre como para la mujer es necesario que tanto los Estados como los empresarios aseguren todas las prestaciones sociales, como la salud, las condiciones laborales mismas, el descanso, la remuneración justa. Respecto al rol de los sindicatos, se reafirma la importancia de su papel y su acción. En el texto de la propia encíclica el objetivo de ellos es “la defensa de los intereses existenciales de los trabajadores en todos los sectores, en que están en juego sus derechos” (JUAN PABLO II: “Laborem exercens”, N° 20). Son indispensables en la vida social y un exponente importante en la defensa de la justicia social. Refuerza el valor del sindicalismo como un factor constructivo del orden social y de solidaridad… y asegurar los justos derechos de los trabajadores, en el marco del bien común de la sociedad entera, aportando al desarrollo de los trabajadores, para que tengan más y sean más. Finalmente, la encíclica refuerza también la secular enseñanza de la Iglesia acerca del valor de la huelga como recurso último pero legítimo, en las debidas condiciones y en los justos límites. Reconociendo la huelga como recurso legitimado por la doctrina social de la Iglesia, busca asegurar que no dañe el bien común. Espiritualidad del trabajo Al enfatizar la dimensión subjetiva del trabajo, centrado en la persona del trabajador, el presente documento pontificio asigna también un papel particular a la espiritualidad del trabajo, especialmente para quienes tienen el don de la fe, que se basa en tres pilares: • El sentido de participar en la obra creadora de Dios y en la misma obra redentora de Cristo. • Jesucristo como el mejor modelo para el trabajador. • La fatiga y el esfuerzo asociado al trabajo también forman parte de la Cruz de Cristo. Sin duda que este breve aporte no agota toda la riqueza de la encíclica del “ejercicio del trabajo”, ni menos de toda la doctrina que la Iglesia ha enseñado sobre la cuestión social en general, y del trabajo en particular. Es solo una pequeña muestra del valor asignado a la persona del trabajador, cuyo patrono San José celebramos en estos días en toda la Iglesia. Un saludo fraterno a todos los trabajadores y trabajadoras y a sus familias, en especial a quienes desempeñan sus importantes funciones en la Diócesis de Rancagua. Pbro. Hugo Patricio Yáñez Canales Secretario pastoral Vicaría Pastoral Diocesana Fuentes: 1. S.S. JUAN PABLO II: “Laboren exercens”. Carta encíclica sobre el trabajo humano. Editorial San Pablo, Santiago de Chile. Novena edición de septiembre de 2001. Original de septiembre de 1981. 112 páginas. 2. FARRELL, Gerardo T.: “Doctrina Social de la Iglesia”. Editorial Guadalupe, Buenos Aires. Segunda edición, 1984. 224 páginas. 3. PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ: “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”. Conferencia Episcopal de Chile – Edición San Pablo, Santiago de Chile. Primera edición de septiembre de 2005. 608 páginas.