• Menores cuyos padres se encuentran privados de libertad son el foco del programa “Abriendo Caminos” ejecutado por Fundación Caritas Rancagua, que este año está realizando su cuarta versión.
Son 60 niños de 4 a 18 años de edad, correspondientes a 25 familias de las comunas de Rengo, Requínoa, Rancagua, Codegua, San Francisco de Mostazal y Graneros, los beneficiarios del programa “Abriendo Caminos” ejecutado por Fundación Caritas Rancagua. Ésta es una intervención bianual, contempla un área sicosocial para los menores y otra sicolaboral para los cuidadores.
Como requisito para ser beneficiario de este programa, el menor debe tener un familiar significativo para él que esté privado de libertad y que viva en alguna de las comunas donde se está efectuando el programa.
El equipo de ‘Abriendo Caminos’ está formado por siete profesionales y su coordinadora es Alejandra Pavez Vidal. Ella explica que “en el afán de brindarles una mejor calidad de vida a los menores se trabaja con los cuidadores diferentes ámbitos de la crianza y de su cuidado”, señala y argumenta que “muchos de los cuidadores son madres adolescentes que repiten sus historias de abandono y maltrato, entonces, para evitar ese círculo, se trabaja la parentalidad positiva, para que aprendan a vincularse y relacionarse con los niños no a través del maltrato y la rabia, sino desde la responsabilidad de su cuidado, de su salud, de la educación y también de las emociones”.
EL ESTIGMA SOCIAL
Alejandra Pavez asevera que “la temática de la privación de libertad, especialmente en los sectores más rurales, se mantiene oculta por el estigma social que ella significa, cuesta trabajarla fuera de las familias; a veces los niños también sufren comentarios: ‘tú papá está preso’, les dicen”. Frente a ello, el trabajo que realizan los profesionales de Fundación Caritas es puertas adentro, con cada familia, caso a caso, lo cual permite crear un lazo con los integrantes e ir avanzando.
La coordinadora del programa relata que los cuidadores son generalmente madres, la mayoría adolescentes, cuyos maridos están privados de libertad, también pueden ser abuelas, tías o tíos. El trabajo se realiza directamente con el cuidador del niño, no con toda la familia con la que se vive. Como parte de este programa para apoyar a los cuidadores, que es financiado por el Ministerio de Desarrollo Social, se contempla un aporte monetario del Estado asociado a ciertos compromisos como, por ejemplo, un bono escolar si los niños cumplen sobre 85 % de asistencia; también existe un bono de control niño sano para los menores de 6 años.
Por otra parte, enfatiza Alejandra Pavez que “existe lo que se denomina beneficio de oferta garantizada: el acceso a jardín infantil en Junji o Integra y en los colegios, en el área de educación; también en salud. Todo ello, en la red básica que tiene el Estado y que el tutor del programa ‘Abriendo Caminos’, que trabaja con el menor se preocupa de coordinar para brindar las atenciones que requiere el menor”, explica. Señala que habitualmente en el colegio se trabaja con un equipo sicosocial, pues hay niños con problemas de aprendizaje, conductuales, que sufren bullyng y violencia escolar, sobre todo después de pandemia.
En relación con los cuidadores, Alejandra Pavez dice que “la mayoría de ellas trabaja informalmente, son puestos más de subsistencia que de proyección laboral; y también de trabajo agrícola de temporada”. Por ello, el programa también contempla el apoyo a los cuidadores para alcanzar la inserción en el mundo laboral. En el ámbito sicosocial, la mayoría son mujeres que están muy estresadas y que no encuentran atención en los consultorios, por lo tanto, las derivamos al Centro de Salud Buen Pastor, el cual es atendido por profesionales voluntarios y gestionado por Fundación Caritas Rancagua. (Ver nota página 6)
En ese sentido, Alejandra resalta que “el programa lo que busca es generar respeto hacia las personas, la empatía, el trato digno, porque en la privación de libertad se ve mucha discriminación”.
HITOS DEL PROGRAMA
Esta cuarta versión del programa ‘Abriendo Caminos’ ya lleva tres meses, durante los cuales se realiza un diagnóstico, que permite evaluar qué familias continuarán durante los próximos 24 meses. Teniendo esa información, se realiza, en este mes de junio, la bienvenida oficial de los menores al programa, que en esta oportunidad será con una visita al cine. A partir de ese momento se comienza a trabajar la intervención con cada familia.
Otros hitos son la celebración del día del niño, las fiestas patrias y en noviembre se evalúa el año de intervención: qué se alcanzó, qué falta, qué se podría alcanzar. “Esta evaluación –explica la coordinadora- se realiza para iniciar el segundo año, donde el objetivo es dar mayor autonomía a la familia, para que vaya tomando sus propias decisiones y pueda relacionarse sin intervención de un profesional”.
La coordinadora del programa, Alejandra Pavez, destaca que “dentro de los logros más tangibles del programa está la inserción escolar y mejoramiento del rendimiento escolar de los menores; la relación entre el menor y el cuidador también mejoran y el conocimiento de la oferta existente para ellos fuera del hogar en relación con el estudio, la recreación”. Lo más relevante es abrirles caminos a los menores y puedan desarrollarse en un ambiente de cuidado y cariño.