Palabras del Pastor

Obispo Fernando Ramos invita a la familia a permanecer unida

En el contexto del Mes de la Familia, el administrador apostólico explica que “ello no significa no tener problemas, sino que saber enfrentarlos y solucionarlos”.

Monseñor, en el mes de la familia, ¿Cómo la Iglesia aporta a su construcción?

La Iglesia aporta desde distintos puntos de vista. En primer lugar, la Iglesia transmite lo que ha recibido de Jesucristo, quien es el mediador entre Dios y los hombres. En esa línea, todo el mensaje del Señor que atañe a las familias las ilumina desde la vida de la Iglesia, desde la predicación de la Iglesia y también desde las distintas pastorales que ésta ejecuta. La Iglesia misma está constituida por personas y cada una pertenece a una familia. Todos somos hijos, primos, tíos, papás o mamás, estamos en una familia, y  la Iglesia acoge a estas familias en su seno; y, por último, cuando hay situaciones particulares, especiales, que atañen a las personas de una familia, cuando están insertas en una comunidad eclesial, se pueden sentir profundamente acompañadas, tanto por el pastor como por los otros miembros de esa comunidad.

Monseñor, ¿Cuáles son los desafíos de la familia en la actualidad?

Hay varios desafíos en la actualidad. Hoy en día aparecen nuevas formas de entender la familia y, hay algunas que tienen mayor plenitud que otras, en función del sentido último de la familia, que es un grupo de personas que vive íntimamente relacionada y que se funda en una relación de amor y que son capaces de sobrellevar juntos las situaciones que deben enfrentar. Entonces, el primer desafío es cómo esas relaciones pueden sustentarse en el tiempo y cómo pueden ser enriquecedoras para las personas. Segundo desafío es cómo la distancia intergeneracional que existe en la sociedad no perturbe la vida de la familia, porque una de sus características es que tiene varias generaciones en su interior. En qué cosas podría perturbar la vida familiar, por ejemplo, en el rol educador de los padres hacia sus hijos, es importante que esta distancia no la obstaculice, porque cuando educan a sus hijos transmiten una serie de valores, principios y elementos culturales; y algo importante, que sería el tercer desafío, es cómo transmite la fe a sus hijos. Hoy es difícil transmitir la fe. Un cuarto desafío es cómo la familia enfrenta las realidades que la presionan o tensionan, las situaciones socioeconómicas, las enfermedades o salud que tengan algunos miembros, también sus relaciones interpersonales, que a veces son tensas entre algunos de sus miembros.

Monseñor, ¿Cuáles son las claves para la construcción de una mejor sociedad?

La Iglesia piensa que la célula de la sociedad es la familia y eso es muy importante, porque significa que cada uno de nosotros nacemos en el seno de una familia con todo lo que ello implica, de manera que los primeros años de desarrollo se dan en este contexto de relaciones interpersonales. En la medida que estas relaciones familiares sean más sólidas y fecundas, eso se irradia en la sociedad y eso es muy positivo. En la familia nosotros aprendemos a relacionarnos, aprendemos la fe, a vivir. Por el contrario, si las relaciones de la familia están más destruidas, con relaciones más entorpecidas o menos sólidas, eso se proyecta en la sociedad.

Monseñor, ¿Cuál es su mensaje en el Mes de la Familia?

La familia que permanece unida, esto significa tener un mundo de relaciones positivas y nutritivas para cada uno de sus miembros, es una familia que es capaz de avanzar en la vida con esperanza y alegría, que son elementos importantes. Es una invitación a crecer en la unidad, lo cual no implica no tener problemas, todas las familias tienen problemas, pero sí saberlos enfrentar.