Monseñor, la Iglesia celebra el Domingo Universal de Misiones, ¿Cómo las misiones aportan a la evangelización y transmisión de la fe?
La Iglesia Universal en todas partes del mundo celebra el Domingo Universal de las Misiones y esto nos invita a todos a considerar la misión como parte esencial de nuestro ser Iglesia. Siempre como Iglesia tratamos de remontarnos a los inicios, porque ahí encontramos la fuente de inspiración de lo que es esta gran aventura y experiencia de ser miembro de la Iglesia. Ahí vemos que los primeros apóstoles, después de Pentecostés, se transformaron en misioneros osados y de tiempo completo, llegando hasta los confines e incluso la capital del Imperio Romano, hasta Jerusalén. De hecho, la palabra apóstol viene de un verbo griego que significa enviado, y el misionero es un enviado del Señor a propagar la buena nueva. Por eso este domingo, nos concentramos en las misiones, que expresan un elemento esencial de nuestra condición eclesial.
Monseñor, ¿Cómo los católicos podemos ser discípulos misioneros?
Este concepto de discípulo misionero fue acuñado hace unos 10 años en Aparecida, cuando el episcopado latinoamericano se reunió en el santuario mariano brasileño y hace un llamado a que todos los católicos nos transformemos no sólo en discípulos, o sea, seguidores de Jesús, sino también en misioneros, es decir, enviados por Jesús. Es un llamado para que todos, desde nuestras actividades cotidianas, en la vida laical, en la vida consagrada, en el trabajo, en el estudio, podamos anunciar y transmitir la alegría del Evangelio. No se trata de abandonar su vida cotidiana para transformarse en un misionero que vaya a otros países, sino que en su propio ambiente uno pueda ser misionero. Esto revela que nuestra sociedad que tiene raíces cristianas muy nítidas desde la colonia y evidencia que la sociedad se ha secularizado. Hoy mucha gente no conoce el Evangelio, no conoce a Cristo y a ellos podemos llegar.
Monseñor, en nuestra Diócesis de Rancagua ¿Cómo deberíamos ejercer nuestro rol misionero en concreto?
Por una parte, cada parroquia o cada ambiente eclesial se debe transformar no sólo en un lugar donde se de asistencia a la gente que llegue y se administren sacramentos, sino también un lugar donde se pueda salir de las prácticas habituales para salir a misionar en el barrio, en el ambiente donde está. Además, cada persona puede explicitar su condición de discípulo misionero del Señor, en el trabajo, en el estudio, en las distintas actividades que desempeña puede transmitir lo que significa con coherencia de vida un discípulo misionero, no tanto con un discurso sino que con obras.