Monseñor, ¿Qué significado tiene para los católicos este tiempo de Adviento?
Adviento nos remite a una situación de esperanza, de expectativa, de que algo viene; esto no se refiere a las expectativas personales, porque éstas son infinitas. La esperanza que nos suscita Adviento tiene que ver con la venida, con la cercanía y con la presencia de Dios en nuestras vidas, a través de varias formas: primero, mirar la Navidad como el momento en que se cumple nuestra esperanza de que llega Jesús, el Mesías. Ese hecho nos remonta a dos mil años atrás, cuando en el pueblo de Israel se formula -varios profetas lo habían manifestado- la expectativa colectiva, de que Dios iba a enviar al Mesías, por lo que existía esa esperanza, que se cumple -desde la perspectiva cristiana- con el nacimiento de Jesús. Adviento también nos invita a tener una mirada más lejos, no sólo hacia a través, sino hacia el final de los tiempos y viene a preguntarnos y tratar de dar una esperanza al cuestionamiento cuál es el sentido de nuestra vida. Desde los primeros siglos cristianos, los creyentes creemos y consideramos que Jesucristo, que ha ascendido a la derecha del Padre, es el Rey del Universo y se va a manifestar al final de los tiempos, donde va a ser más efectivo y más real su venida en gloria y majestad, para beneficio de toda la humanidad. Es una mirada que llamamos escatológica, hacia el fin de los tiempos.
Monseñor, ¿De qué forma los católicos pueden vivir este tiempo?
Este tiempo, que son prácticamente cuatro semanas, que concluyen con Navidad, es un tiempo que fluye en estas dos dimensiones: la espera del nacimiento de Jesús y la espera de la venida, en gloria y majestad, del Señor. Entre ambas esperas se genera un tiempo actual, tiempo de expectativas, de cómo vincularse con el Señor. Hay varias formas que podemos utilizar para prepararnos: en primer lugar, fomentar en nosotros una mayor cercanía con el Señor, participando en momentos de oración para acoger su venida. Una segunda forma, es discernir cómo el Señor se hace presente en la realidad, a través de elementos más espirituales o de mayor servicio. También hay una forma muy concreta, que es seguir el ritmo litúrgico, a través de la Eucaristía, la semana va preparando el tiempo de espera gozoso, que nos invita a poner la mirada en algo bueno que viene. El llamado a los católicos es a levantar la mirada, a veces vivimos tiempos complejos personales, familiares, de trabajo o de salud, siempre hay dificultades. Este año, también ha sido difícil para la Iglesia chilena y local, pero frente a esas realidades o nos quedamos rumiando permanente nuestras desolaciones y lo mal que nos ha ido, o bien, decimos, cómo frente a esta realidad podemos alimentar nuestra vida presente desde la esperanza. El llamado en tiempo de Adviento es a levantar la mirada, a buscar en el horizonte de nuestra vida al Señor que siempre viene y se hace presente con su bendición.