Monseñor, ¿A qué nos convoca la solemnidad de Epifanía?
El próximo domingo 6 de enero, la Iglesia Universal celebra la Epifanía del Señor. Esta solemnidad está asociada a la presencia de los reyes magos que llegan a adorar a Jesús, nacido en el pesebre de Belén. Es una fiesta litúrgica muy antigua en la vida de la Iglesia y expresa parte del misterio que celebramos en Navidad. La Navidad es el nacimiento de Jesús en un pesebre, es un niño envuelto en pañales, que toma la condición humana, ese es el misterio central, pero este misterio se va expresando paulatinamente a través de algunos personajes, por ejemplo, Juan Bautista, que empieza a mostrar quién es Jesús de Nazareth, que no es simplemente una persona, sino la persona que tiene la plenitud del espíritu de Dios y que nos muestra el verdadero rostro de Dios en el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; otros personajes, son los reyes magos, ellos son personas que venían de diferentes sectores de oriente, se habla de reyes magos, pero en realidad eran personas sabias que trataban de aprender y ellos sintieron una señal con esta estrella de que estaba naciendo alguien importante y por eso hacen este viaje a Belén. Entonces es una expresión simbólica de cómo este niño tan frágil, tan pequeño y tan pobre que estaba en un pesebre, se revela como hijo de Dios a personas que vienen de otros pueblos distintos de Israel. Por eso se llama la solemnidad de Epifanía, que significa la fiesta de la manifestación, de la revelación. Nosotros vamos al pesebre y vemos a un niño envuelto en pañales, que es Dios mismo que viene a acompañarnos en nuestra vida y nuestra historia. Por eso, con la solemnidad de Epifanía nos acercamos a la parte final del tiempo de Navidad, que va a concluir el domingo siguiente, con la fiesta del bautismo del señor.
Monseñor, ¿Cómo deberíamos vivir los católicos esta fiesta?
Esta es una fecha contemplativa que nos permite mirar el pesebre y sacar las capas que no nos dejan ver claramente quién es ese niño, porque con nuestros ojos humanos vemos el niño, pero con los ojos de la fe vemos al hijo de Dios que está presente ante nosotros. Por eso es una fiesta que nos llama a la contemplación, a profundizar, a alegrarse de que nosotros en nuestra humanidad somos acompañados por Dios en la persona de Jesús de Nazareth, y a dejarse tocar por este misterio tan grande, que nos va permitir entender que todo lo que dice y hace Jesús, lo hace desde este misterio central, que es la encarnación: ‘Dios se ha hecho hombre’. Entonces, el llamado a los católicos es a dejarse tocar por el misterio, a ver que esta no es una realidad simplemente humana, sino que ese niño lleva al mismo Dios. Por consiguiente, como cristianos podemos descubrir que la palabra y los actos de Jesús son parte de la expresión de Dios mismo, que nos invita a vivir en conexión con esta realidad divina.