Monseñor, según la encuesta CEP en las últimas dos décadas ha aumentado la desafiliación a la religión, ¿Cuáles serían los motivos de este fenómeno?
Efectivamente la última encuesta CEP dice que del año 1998 hasta el 2018 han disminuido los católicos de un 73 a un 55 por ciento. Nosotros hemos detectado que desde los ‘90 hasta la fecha, se ha disminuido en cada década, aproximadamente, entre 7 ó 9 por ciento el número de católicos, ese es un dato bastante indicativo y más o menos coincidente con los de las encuestas. Junto con eso, se constata que el número de evangélicos se encuentra más a menos fijo desde hace varios años en un 15 ó 18 por ciento, en la población de chilena; y que ha aumentado considerablemente, de un 7 a un 24 por ciento, el número de personas que no tienen ninguna afiliación religiosa. Son muchas las causas que puedan ayudar a explicar este fenómeno. Desde los años ’90 hacia adelante en la sociedad chilena existe un proceso acelerado de secularización, entendiendo ésta como una cada vez menos relevante presencia de lo religioso en la vida cotidiana, social, política y en general. Entonces se va produciendo este fenómeno, que va acompañado con otros relacionados con el individualismo, materialismo, consumismo, y tendencias que enfatizan la opción personal por sobre las tradiciones culturales que se puedan recibir de la familia o de pertenencia a una sociedad determinada. Estamos transitando de la experiencia religiosa cultural, donde si uno nacía en Chile era católico, a una experiencia más bien de individualismo. Junto con eso hay que constatar que la Iglesia católica chilena no tiene una estructura para llegar a todas las personas. Hay mucha gente que no ha tenido la posibilidad de conocer el mensaje de Cristo y de formarse en la fe. También han aparecido aspectos coyunturales que pueden haber acelerado este proceso, evidentemente que los delitos cometidos por algunos clérigos respecto de abusos sexuales contra menores de edad que han tenido amplia difusión en el país y que no sólo han producido rabia e indignación de mucha gente, sino que también las ha motivado a no considerarse católico. Entonces, podemos decir que hay un proceso estructural de secularización, alimentado por una fragilidad institucional de la Iglesia y muchos hechos particulares que hay motivado a las personas a salirse de la Iglesia.
Monseñor, ¿Cuál es el llamado de la Iglesia a los católicos frente a esta realidad?
Todos los católicos estamos llamados a renovar profundamente nuestra fe, independiente de las situaciones de escándalos que se han producido, estamos llamados a tener fe en Jesucristo, en su Reino y a comprometernos a ser evangelizadores, a dar a conocer que para nosotros la mejor buena noticia es que Jesucristo resucitó y que Él con su vida incide en nuestra vida personal, comunitaria, social y en todos estos ámbitos podemos dar testimonio de fe para que todos se sientan más motivos a participar con entusiasmo en las comunidades, porque todos podemos ayudar a sanear la Iglesia y a reformar lo que haya que reformarse, pero también a anunciar a quienes no conocen a Jesucristo o lo conocieron y se enfrió su relación con Él a retomarla, porque siempre es una buena noticia.