Monseñor, ¿Cuál es la relevancia que el Papa convoque a la Jornada Mundial de la Juventud?
Este tipo de encuentros con jóvenes tienen varias décadas y comenzaron con Juan Pablo II en Argentina, y de a poco se han ido extendiendo al resto del mundo. Algunos se han hecho en Europa, América y en Oceanía; y se realizan cada dos o tres años. Son una manifestación de varios días, donde el sucesor de Pedro, en este caso el papa Francisco, se encuentra con jóvenes católicos que vienen de todas partes del mundo. Es una fiesta de fe. Personalmente participé en la Madrid y en la de Río de Janeiro y puedo dar testimonio no sólo de la organización extraordinaria que implica este tipo de evento, sino también de la calidez, de la participación de la gente que concurre a estos lugares y con el entusiasmo que lo hace. Es una verdadera experiencia de fe y de participación en el seguimiento de Jesús.
Monseñor ¿Cuál es el mensaje de la Iglesia para los jóvenes?
Todos los Papas, y en particular el Papa Francisco, han prestado siempre una gran atención a los jóvenes, ellos no sólo son el futuro de la Iglesia sino de la sociedad. Los jóvenes son creativos, entusiastas y son parte de una generación que si bien comienza en el presente a manifestarse y obtener un protagonismo en la sociedad con una gran proyección, están entrando a la edad adulta y también deben aprender de otras generaciones. Todos los Papas han manifestado interés en comprender las problemáticas e inquietudes de los jóvenes para que se sientan acompañados por la Iglesia y que la fe los vaya potenciando en sus características personales y grupales.
Monseñor, ¿Qué espera la Iglesia de la juventud después de esta Jornada Mundial?
Que sea una juventud auténtica, es decir, que puedan vivir sin condicionamientos externos ni culturales de lo que significa ser joven hoy. Los jóvenes están en una búsqueda y tienen una postura crítica frente al mundo en el cual se están insertando y por eso tienen un gran potencial, mucha energía y fuerza para construir cosas nuevas. En ese sentido la Iglesia espera de los jóvenes un compromiso muy fuerte, que vaya más allá de los intereses personales para ir en atención de los más vulnerables, los más abandonados, para que podamos ir mejorando todos aquellos aspectos que impiden construir una sociedad mejor para todos.
Monseñor, de la Diócesis de Rancagua hay varios jóvenes en Panamá participando en la Jornada Mundial de la Juventud, ¿Cuál sería su llamado para ellos?
Que vivan con mucha intensidad esta jornada en Panamá con el Santo Padre, y que cuando vuelvan puedan transmitirnos a todos lo que nos quedamos en Rancagua ese testimonio. En definitiva, que puedan transformarse en testigos y dar testimonio de lo que significa conocer a Cristo con otros jóvenes y transmitirlo a otros jóvenes.