Monseñor, ¿Cuál es el llamado de la Iglesia para este Mes de la Solidaridad?
Como todos los años, el mes de agosto es el Mes de la Solidaridad y no sólo a nivel de la Iglesia católica sino de toda la sociedad. Entonces, la invitación es a que podamos tener presente la solidaridad de forma transversal durante este mes en particular, pero que a la vez ilumine nuestra vida y nuestras acciones durante todo el año. La solidaridad ojalá no sea un hecho que realizamos esporádicamente, sino que sea una forma inspiradora y que podemos poner mayor atención en aquellos que más necesitan, ya sea en bienes materiales o en acompañamiento.
Monseñor, ¿Cómo deberíamos los católicos vivir este mes?
En primer lugar este mes debemos vivirlo centrados en la persona de Jesús. Él nos enseña que la solidaridad es parte de nuestra vida, tanto con sus palabras, en beneficio de alguien que está sufriendo; y también a través de sus acciones, especialmente hacia los enfermos. Él se acercaba y les mostraba el rostro de Dios Padre. Mirando a Jesús podemos encontrar no sólo palabras inspiradoras sino también estos gestos solidarios.
Monseñor, ¿qué acciones concretas va a realizar nuestra diócesis durante el Mes de la Solidaridad?
Este año, y como todos los meses de la solidaridad, a través de la Fundación Caritas se promueven acciones concretas como es el Té Solidario. Es una invitación a que en familia o en un grupo de amistad, se reúnan a tomar una once sencilla, y lo que se ahorra se pueda aportar al fondo de Caritas. Esos dineros son destinados para los jóvenes de nuestra región que están estudiando en la educación superior. Ahora en agosto se les va a entregar lo que se recaudó el año pasado y ese aporte económico sirve para financiar parte de los gastos de sus estudios, muchos de ellos están fuera de la región, lo que significa incurrir en un mayor gasto.