Monseñor, ¿Cuál es la importancia de la Vida Consagrada?
En la vida de la Iglesia hay muchas formas mediante las cuales uno puede vivir como bautizado y como discípulo de Jesús. La gran mayoría vive el seguimiento del Señor, como laico, que significa vivir en la vida secular, de cada día, en el matrimonio, en la vida social, política, hay una pluralidad muy grande. Pero también hay personas que han sentido un llamado especial para ser testigos del Reino de Dios y ellos son las religiosas y los religiosos, que el Señor llama a consagrar su vida a Él. También descubren dentro de qué comunidad concreta lo quieren seguir, es así es como algunas lo hacen a través de un trabajo apostólico definido, como es la educación, el servicio a los más pobres o también puede ser una vida en un monasterio en la vida contemplativa y rezando por toda la Iglesia y todo el pueblo de Dios. Entonces, son diferentes expresiones y todas son muy importantes para la vida de la Iglesia, porque expresa que en este gran pueblo, que lo constituimos todos, existen diferentes formas de seguir a Jesús y concretizar los valores del Reino de Dios en nuestras vidas.
Monseñor, usted ofició una Eucaristía para celebrar el Día de las Religiosas ¿Cuál fue el énfasis en su homilía?
En el Día de la Asunción de la Virgen María y en el Día de la Vida Consagrada, porque como Iglesia también celebramos a las religiosas que encuentran en la figura de la Santísima Virgen María una luz y modelo de lo que significa tener una vida consagrada a Dios.
Monseñor, ¿Cuál es el mensaje para las religiosas?
Reconocerles todo el servicio que ellas prestan como religiosas, especialmente en nuestra Diócesis de Rancagua, donde hay varias congregaciones y cerca de 100 religiosas que cumplen distintas misiones. Algunas están en colegios, haciendo servicios pastorales, a personas que tienen algún grado de vulnerabilidad a todas ellas les reconocemos el servicio que realizan y las alentamos a que sigan realizándolo y que, a pesar de las dificultades que conlleva la vida de Iglesia, no se desanimen y que, por el contrario, sientan que el Señor las está acompañando y estimulando en todo el servicio que prestan. Que las queremos mucho y que Dios las bendiga.