Monseñor, ¿Cuál es el valor del patrimonio artístico cultural religioso?
Todos los seres humanos nos expresamos, de cierta forma, a través del arte y así también pasa con la actividad religiosa. Desde la antigüedad existen objetos que han sido consagrados a las divinidades del culto pre-cristiano y desde el cristianismo al Dios que se nos revela en Jesucristo. Cuando se consagra un objeto que se le tiene mucho cariño, mucha veneración, se usa todo el arte y belleza para expresarlo. De ahí surge un patrimonio cultural religioso, que se expresa en la pintura, en la escultura y otros objetos que no solamente tiene una utilidad religiosa sino que también de gran belleza, que constituyen un patrimonio cultural para toda la humanidad.
Monseñor, ¿Los templos también son patrimonio arquitectónico eclesiástico?
En la Sexta Región existe una gran cantidad de iglesias muy antiguas, donde varias de ellas son Monumentos Nacionales, con un valor patrimonial que va más allá del culto litúrgico católico y ese es el caso de Coínco. Este templo tiene un gran valor patrimonial para toda la comuna, todos se sienten retratados en esta parroquia del siglo XIX, incluso en el escudo de la comuna está retratada la fachada de la iglesia. Recientemente el Core ha aprobado los recursos necesarios para la restauración de esta iglesia. La comunidad de Coínco, y no sólo los católicos, sino que todos están muy contentos, y también nosotros, porque es una decisión que ayuda a recuperar un patrimonio que pertenece a todos.
Monseñor, con respecto al nuevo edificio ¿Cuál es el valor para los feligreses que las pastorales estén unidas en un solo lugar?
La diócesis de Rancagua está formada por las parroquias, pero también por las pastorales que permiten la coordinación general de la diócesis. Hasta hace poco estábamos separados en diferentes edificios dentro de la ciudad de Rancagua, lo que hacía más difícil esta coordinación. Ahora estamos bendiciendo un nuevo edificio que va a permitir una mejor evangelización en la Diócesis de Rancagua.
Monseñor, ¿Cuáles son los desafíos futuros?
Nuestros desafíos siempre son cómo mejorar nuestra evangelización. La situación de la diócesis se ha ido normalizando en relación al año pasado y vemos con alegría que la vitalidad de la gente de Rancagua se expresa de muchas formas, por ejemplo, la fiesta de Santa Rosa de Pelequén, que recientemente hemos celebrado y donde concurrieron muchos peregrinos. Lo importante como Iglesia es prestar el servicio de evangelización y de la fe de las personas para alimentarla, enriquecerla y engrandecerla.