Monseñor, el Papa Francisco en el Sínodo Panamazónico hizo un llamado a la conversión ecológica ¿De qué forma este llamado se concreta?
Efectivamente, el Santo Padre hace este llamado utilizando el concepto conversión ecología. Él también ha usado otros términos que tienen que ver con el medio ambiente. En la Encíclica “Laudato Si”, usa el término ecología integral, que implica no sólo el cuidado del medio ambiente, sino también el de las relaciones sociales y cómo éstos están íntimamente relacionados y cómo se afectan entre sí. Entonces el llamado del Papa es que en la medida que cuidemos el medio ambiente nos cuidamos a nosotros también. Por eso nos llama a tener un equilibrio y respeto de los ecosistemas; a una conversión, a tener un juicio crítico de nuestra forma de relacionarnos con el medio ambiente, sobre el consumo, sobre la economía y de cómo podemos afectar todos los lugares donde estamos viviendo.
Monseñor, ¿Cómo la Iglesia chilena aporta a tomar conciencia de esta realidad?
Paulatinamente, a través de estos mensajes del Santo Padre, hemos ido incorporando dentro de nuestras preocupaciones el cuidado del medio ambiente. A partir de “Laudato Si”, hubo una serie de propuestas que se han ido realizando y que debemos incorporar más en los colegios y en la vida parroquial, que nuestra vida está íntimamente relacionada con el medio ambiente.
Monseñor, ¿La Iglesia chilena se hará presente en la Cop 25?
La Cop25 es muy importante y tiene dos capítulos: uno, donde participan los gobiernos y el segundo la sociedad civil y sus agrupaciones. En la primera lo más probable es que la Santa Sede envíe una delegación que presente el punto de vista del Santo Padre y la Santa Sede.
Por otra lado, a través de Caritas Chile, en el capítulo que tiene que ver con la sociedad civil ya está participando activamente en la reflexión, discusión acerca del cuidado del medio ambiente.
Monseñor, ¿Cómo los católicos a nivel individual podemos aportar a este gran llamado del Papa?
Tenemos que asumir la función crítica y protagonista del impacto que cada uno tiene sobre el medio ambiente. Tiene varias implicancias, por ejemplo, en el consumo. La exacerbación del consumismo produce daño al medio ambiente, el consumo de agua, el mal uso de los desechos, la basura. En nuestra región no existe casi nada de reciclaje ni diferenciación de basura. Si alguien quiere hacerlo no tiene cómo. Hay muchas cosas que podemos hacer.
Monseñor, usted que recorre toda nuestra diócesis ¿Hemos tomado consciencia de esta situación en la región?
Creo que todavía no está muy a flor de piel. En el secano costero tenemos una crisis hídrica. Ahí la gente está muy afectada, especialmente los agricultores, los pozos se han ido secando. Esto está produciendo un gran problema. Los dos grandes ríos de la región: el Cachapoal y el Tinguiririca se están secando. La sequía se está advirtiendo, aunque creo que todavía no hemos establecido un vínculo vivencial muy claro de esta crisis hídrica y lo que hacemos los seres humanos para que se produzca esta crisis.
Monseñor, a principio de septiembre usted realizó un llamado a rezar para superar esta sequía.
Si, este es un llamado que propusimos se realice hasta noviembre, porque es una fecha que es normal que ya no se produzcan lluvias. La idea es que en todas las misas pongamos las intenciones para que no se agudice esta crisis hídrica, pero también para que tomemos conciencia y no malgastemos este recurso hídrico.