Autoridades regionales, de las fuerzas armadas y de orden, miembros de voluntariados, consagrados y fieles participaron este 18 de septiembre en el tradicional Te Deum que se efectúa en la Diócesis de Rancagua. Esta ceremonia, realizada en el templo Catedral, fue presidida por el Obispo Alejandro Goic Karmelic.
Monseñor Goic señaló durante su homilía que algunos de los desafíos de Chile de hoy, entre ellos sistema privado de pensiones, “he escuchado, tantas veces de personas jubiladas, que reciben pensiones que no les alcanzan para vivir con la mínima dignidad”. “Urge, aquí como en tantos otros temas, ponernos en el lugar de los más pobres”, dijo.
Luego hizo mención a la realidad carcelaria indicando que “en nuestra región ha salido en evidencia el drama injusto de atentados contra la vida y dignidad de un grupo de internos del penal. El Capellán de Gendarmería de Rancagua oportunamente hizo la denuncia, pero no tuyo mayor eco. Incluso ha recibido amenazas por cumplir con su deber de chileno y de sacerdote. La publicación en televisión provocó la atención y la condena de los abusos. Sabemos de lo compleja y difícil que es la tarea de Gendarmería de Chile. La gran mayoría de sus servidores, con sacrificio y esfuerzo cumplen sus obligaciones, pero algunos - los menos – han abusado gravemente de los internos. El esclarecimiento de estos dolorosos episodios es imprescindible y las sanciones correspondientes para la sanidad del país. Nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a atentar contra la dignidad del ser humano. Nuestra dolorosa historia reciente nos muestra a qué extremos se puede llegar cuando se ofende a un ser humano en sus derechos esenciales”, expresó.
Por último se refirió a la delincuencia y la violencia juvenil, señalando que “estos últimos días hemos sido testigos de los crueles atentados terroristas, con víctimas inocentes, el ataque cobarde y violento a periodistas en cumplimiento de su misión. Especial preocupación nos muestra el índice de muertes de adolescentes y jóvenes que resuelven sus reyertas y conflictos eliminando físicamente jóvenes vidas o asaltándolas quitándoles la vida para robarles un teléfono celular, una mochila, etc. Volvemos a afirmar: la violencia, en cualquiera de sus formas, engendra odio y daña hondamente el alma de Chile. ¡No podemos acostumbrarnos a estas muertes violentas! ¡No podemos aceptar la cultura de la muerte, menos entre nuestros jóvenes!
El pastor diocesano hizo un llamado a unir fuerzas para enfrentar estos desafíos, pues todos forman parte del “esfuerzo constructor” del que habló en su momento san Alberto Hurtado.