Monseñor, ¿A qué invita la Peregrinación de Puquillay a los jóvenes?
Como todos los años, este también vamos a tener el 9 de noviembre la peregrinación a Puquillay, que tiene como lema “Con María somos el ahora de Dios”, es decir, nos invita a vincularnos con la Santísima Virgen María. De hecho el Santuario de Puquillay es de la Inmaculada Concepción, que está en la Parroquia de Nancagua. Por otra parte, nos invita a mirar el presente, lo que estamos viviendo ahora, el ahora de Dios, Él siempre se manifiesta en la historia de los seres humanos, y desde los ojos de la fe, nosotros podemos identificarlos y comprender cuál es su voluntad y qué es lo que nosotros podemos realizar en el hoy. Por eso este doble llamado de la Peregrinación de Puquillay: vincularnos con la Virgen María para vivir el presente.
Monseñor, ¿Cómo los jóvenes son protagonistas en la realidad actual?
Los jóvenes están viviendo una etapa de transición, desde la niñez hasta la vida adulta. Es un período, que todos hemos vivido, de muchas inquietudes y de mucha búsqueda, se están abriendo al mundo para verlo con mayor claridad y también para ser participes de él. Por consiguiente, para los jóvenes es fundamental ser considerados como parte de la vida de la sociedad, de la vida de la Iglesia, de la vida familiar. Es importante saber escucharlos y que ellos se comprometan. Con facilidad se decepcionan y tienen otra mirada, que también nos enriquece a todos.
Monseñor, ¿Cómo los jóvenes pueden ser constructores de la paz?
Los jóvenes tienen un gran anhelo de comprometerse con grandes ideales, con grandes valores. Están viendo que la sociedad tiene muchas dificultades, muchas injusticias y mucha violencia y eso a ellos los golpea. Ante eso, ellos se retrotraen, generan un mundo propio con sus amigos o bien la sociedad abre sus puertas y ventanas para que los jóvenes se integren y participen. Entonces la invitación a los jóvenes es a que se comprometan, pero por grandes cosas que valgan la pena, no por un modelo individualista o consumista, sino con la justicia, con la paz, con los demás. A los jóvenes hay que ayudarlos y acompañarlos y abrirles el horizonte de que vale la pena comprometerse con grandes cosas, no cosas pequeñas.
Monseñor, ¿Su mensaje de la Eucaristía en Puquillay va estar centrado en estas ideas?
El centro va a estar en estas dos miradas: una a la figura de la Virgen María, como una joven que fue capaz de responder a las exigencias de su momento personal y también del pueblo de Israel y también con las exigencias que tenemos en el hoy, como miembros del pueblo de Chile.
Monseñor, frente a la contingencia que hoy vive el país ¿Cuál es su llamado a la juventud?
Los llamaría a involucrarse, a quienes quieran manifestarse a hacerlo. Ellos tienen muchas inquietudes y temor frente al futuro, algunos están estudiando, otros trabajando, entonces, los invitaría a canalizar sus inquietudes, dolores, frustraciones, de forma creativa. Hay gente que los canaliza encerrándose o alejándose de la sociedad y creo que eso no ayuda, porque nos separa unos de otros; otros reaccionan con la violencia, creyendo que saqueando y destruyendo van a poder construir algo y eso no es así, porque la violencia sólo trae más violencia. En cambio, hay muchos, la gran mayoría de los jóvenes, quiere comprometerse y construir algo positivo y buscar grandes valores, que logran la justica y paz entre otros. En ese sentido, el modelo más claro del compromiso con la vida y con la historia, lo podemos encontrar en Jesucristo, que fue capaz de transmitir a la gente de su época y hasta el día de hoy, los valores del Reino de Dios, creo que son los que deberían motivar realmente a los jóvenes hoy en día.