Monseñor, los obispos de Chile han llamado a vivir el próximo 8 de diciembre un gran día de oración por el país ¿Cuál es la invitación?
En el contexto que estamos viviendo como país, los obispos de Chile, reunidos en Asamblea Plenaria, hicimos una reflexión en profundidad de cómo podemos contribuir a este momento presente y una de las formas que nos parece que puede ser iluminadora e importante, es convocarnos, desde nuestra originalidad como discípulos de Jesús, a orar y a rezar profundamente por nuestro país y, a la vez, unirnos a una dimensión que es muy propia del catolicismo chileno, que es muy mariano, porque el 8 de diciembre, celebramos el día de la Inmaculada. Unir, entonces, esta oración por Chile con la maternal protección de la Virgen María. Ella cumple un rol muy importante en la historia de la salvación. Está muy unida a la persona de Jesús, que es su hijo, y lo acompaña en todos los momentos significativos de su vida y ministerio público, así como también a los pies de la cruz, donde, con el mandato de ser la madre de los discípulos de Jesús, recibe esta dimensión de la maternidad espiritual. Por eso, los obispos de Chile hemos convocado para que ese día, 8 de diciembre, también podamos consagrar a nuestro país a la protección maternal de María, para que ella nos ayude a resolver estos graves problemas de justicia que tenemos y también nos ayude a retomar los caminos de la paz.
Monseñor, nuestra Diócesis de Rancagua, tiene dos santuarios de la Inmaculada Concepción…
Efectivamente, existen dos santuarios en nuestra Diócesis: el de La Compañía y el de Puquillay, pero la Fiesta de la Inmaculada se celebra en todas las parroquias e iglesias y ese día queremos dedicar un momento especial durante le celebración para rezarle a la Virgen María, para que ella se haga presente con su protección.
Monseñor, la Iglesia ha realizado varios llamados a la oración…
Si, incluso a nivel diocesano llamamos a rezar la oración de San Francisco de Asís, que convoca al Señor para que nos transforme en instrumento de su paz. No obstante, el 8 de diciembre, es el día de la oración especial para consagrar a Chile y eso va a ser en todo el país. Recordemos que el llamado que realizamos los obispos es a que nos preparemos para ese momento: rezando, y también, realizando penitencia para que el Señor vaya purificándonos de las faltas que de una u otra forma han posibilitado la injusticia.
Monseñor, ¿Cuál es opinión en relación a los avances que se han presentado a nivel político y social?
Este estallido social dejó en evidencia un gran descontento, al cual hay que buscarle un cauce para que encontremos una vía de salida y transformación de lo que produce el descontento. La semana pasada hubo un acuerdo de buena parte del espectro político. Es una buena noticia que quienes hemos elegimos como nuestros representantes se pongan de acuerdo para una salida política, ojalá todos participamos en abril próximo en el plebiscito. Pero todavía queda toda un área pendiente que es la dimensión social, que nos permita ir resolviendo los principales problemas que aquejan a la gente: pensiones, salud y valor de los remedios y sobre endeudamiento. Creo que ahí hay temas importantes a los cuales se les debe buscar solución.
Monseñor, esta crisis social ¿Cómo nos desafía a los creyentes?
Nos desafía fuertemente porque los creyentes somos ciudadanos, somos parte de esta gran comunidad que es nuestro país y tenemos que participar activamente, desde nuestras convicciones más profundas. Si uno considera que hay que cambiar un aspecto tiene todo el derecho y responsabilidad de hacer ver su punto de vista, dentro de los cauces democráticos. Porque hay grupos que se han salido de esos cauces y eso lo considero grave. Esto nos interpela profundamente a los cristianos, en el sentido que debemos ser participes de este proceso, porque podemos contribuir y cristalizar una forma de relacionarnos con respeto a la dignidad de las personas, fundado en la verdad y la justicia, para ir construyendo caminos de paz.