Monseñor, cuando usted asuma como arzobispo de la Arquidiócesis de Puerto Montt ¿Cómo quedará nuestra diócesis de Rancagua?
Hace pocos días supimos que el Santo Padre me trasfería a la Arquidiócesis de Puerto Montt y yo he aceptado este encargo, que me sorprendió. En la Diócesis de Rancagua estamos trabajando intensamente, con mucho entusiasmo y la colaboración de mucha gente. Al momento que yo tome posesión de la Arquidiócesis de Puerto Montt, evidentemente, dejo la Diócesis de Rancagua y eso probablemente será en el mes de febrero, pero hasta ese momento sigo siendo administrador apostólico de la diócesis, con las mismas responsabilidades y facultades. Hay varias cosas que debemos ir concluyendo, todavía nos queda un mes bien intenso: hay confirmaciones por realizar y sacerdotes que están asumiendo nuevas responsabilidades pastorales, visitas a comunidades, entre otras acciones. Una vez que yo tome posesión en Puerto Montt, la Santa Sede debe nombrar o un obispo definitivo en la Diócesis de Rancagua, o bien, un administrador apostólico, que puede ser un obispo o un sacerdote de la diócesis o de otra diócesis. Esas son las distintas variables que se presentan.
Monseñor, ¿Cuáles son las responsabilidades en cada uno de los casos posibles?
En caso que asuma un sacerdote lo hace como administrador apostólico y tiene casi las mismas funciones, pero tendría que tener un encargo especial que no todo sacerdote puede realizar como es administrar el sacramento de la confirmación. Ahora, evidentemente la figura de pastor y conductor de una diócesis es la de un obispo, esperamos que ojalá en el más breve tiempo posible Rancagua tenga un obispo estable.
Monseñor, ¿Cuáles deberían ser los énfasis en la conducción de la diócesis, independiente de quien asuma?
Lo primero que debe hacer quien llegue a la diócesis es nombrar su equipo asesor o colaboradores inmediatos que son los vicarios: Vicario General, Pastoral. El único que permanece, independiente del obispo, es el Vicario Judicial, que da la continuidad. Una vez que forma su equipo y los consejos de colaboración más inmediata, debe fijar sus prioridades. En el caso de la Diócesis de Rancagua había un trabajo bien intenso para normalizar la diócesis, a raíz de una serie de acusaciones a sacerdotes. Cuando llegue había 14 sacerdotes con el ministerio restringido y eso ya está casi solucionado. Hay que seguir trabajando en estabilizar la diócesis en relación a los cargos de los párrocos. Por ello, seguramente vamos a hacer algunos nombramientos durante el mes de enero, que tendrán que asumir a partir de marzo, abril y hasta mayo. La persona responsable tendrá que visitar las comunidades y acompañar ese momento. Eso es lo más inmediato. En el mediano plazo, estamos realizando un trabajo muy bonito con la Vicaria Pastoral de generar instancia de mayor coordinación pastoral en toda la diócesis. Ese es un trabajo muy lento pero muy interesante. También estamos trabajando en otras dimensiones como la Catequesis, donde se está gestando un proyecto bien bonito. En Pastoral Juvenil se está armando un equipo de trabajo muy activo. Todo esto debería retomar la persona que llegue, seguir enriqueciéndolo y aportando desde su originalidad. En la Diócesis de Rancagua están sentadas las bases sinodales, de unión y de participación para dar pasos significativos para la evangelización.