Palabras del Pastor

Obispo Ramos: “A los templos está vinculada la vida de las comunidades”

El administrador apostólico de Rancagua, monseñor Fernando Ramos Pérez, dedicó el templo San Fernando Rey.

Monseñor, este viernes se dedicó el templo San Fernando Rey ¿Qué significa dedicar un templo?

Dedicar un templo es un momento muy importante. Esto viene de una época muy antigua del pueblo de Israel, cuando se consagró el templo de Jerusalén como un lugar en donde se elevaban sacrificios a Dios, a Yavé, como le decían los judíos. Era un lugar central dentro del pueblo de Israel, en la ciudad de Jerusalén. Había un rey, una capital, un templo para todo el pueblo, como lugar donde se concentraba y consagraba exclusivamente para el culto. Posteriormente, con el cristianismo, se consagraron lugares y objetos especiales para el culto. La palabra consagración significa separar algo que tiene un uso normal y dedicarlo solamente al culto a Dios. Eso es lo que se hace con la dedicación de un templo. Se unge el altar para realizar la Eucaristía, que es el sacrificio de Cristo, se bendicen los muros del templo de manera que ese lugar es dedicado exclusivamente para el culto.</p>

Monseñor, ¿Cuándo se realiza este rito de la dedicación?

Este rito se realiza cuando se ha finalizado una construcción o reconstrucción o cuando están las condiciones necesarias para usarlo para el culto: que haya un altar, que estén los utensilios sagrados y los espacios estén debidamente decorados para la importancia del culto a Dios. En ese momento se dedica el templo y queda debidamente consagrado para el culto habitual a Dios. En el caso de la Diócesis de Rancagua, después del terremoto del 2010, muchos templos han sido dedicados, porque sufrieron muchos daños y debieron ser reconstruidos en su totalidad o en un gran porcentaje, con apoyo del Estado de Chile, de los gobiernos regionales y la aprobación del CORE.

Monseñor, han pasado 10 años desde el terremoto ¿Cómo ha avanzado la reconstrucción de los templos en la Diócesis de Rancagua?

Ha sido una actividad muy intensa, que comenzó prácticamente el mismo año 2010, con el apoyo del Estado de Chile, porque muchos templos, algunos de ellos con carácter patrimonial, representan y retratan la historia de las comunidades. Por ejemplo, el templo San Fernando Rey, es una edificación del siglo XIX y la historia de la ciudad está muy vinculada a él. Desde esa perspectiva, la reconstrucción en la Diócesis de Rancagua ha sido enorme y ya llevamos cerca del 90 por ciento de las iglesias reconstruidas. Ahora estamos dedicando el templo San Fernando Rey. Luego vienen en Rancagua las dedicaciones de los templos de la Divina Providencia y San Francisco de Asís. Hay otras, como Codegua y Coínco que van a iniciar prontamente durante el 2020 sus obras de reconstrucción. Ha sido un trabajo enorme y mucha gente ha participado  en ella.

Monseñor, usted ha dedicado varios de los templos de la Diócesis de Rancagua, ¿Cuál es el sentimiento de las comunidades al recibir su templo consagrado?

Es muy bonito, porque se reúne toda la comunidad. Estoy recordando como en marzo de 2019, hicimos la consagración del templo de la Isla de Yaquil, donde llegó mucha gente, con mucha alegría. A los templos está vinculada la vida de las comunidades, en ellos muchos se casaron, han despedido a sus seres queridos, han bautizado a sus hijos. Por eso es necesario cuidarlos y mantenerlos durante la historia. Es la identidad la que se ve reflejada en ellos. Por eso hay mucha alegría al momento de la dedicación, se bailan pies de cueca, hay canto, se comparte una empanada, un vaso de vino tinto.

Monseñor, ¿Cuál es su mensaje para los habitantes de San Fernando, que reciben su templo consagrado?

Un mensaje muy cariñoso para la gente de San Fernando que ha seguido celebrando la Eucaristía en un galpón con mucha fidelidad, durante todo este tiempo de reconstrucción. Este templo, que está ubicado en el centro de la ciudad de San Fernando y es uno de los más grandes de la Diócesis de Rancagua, ha quedado hermoso y ahora es devuelto a la comunidad para alabar al Señor y prestar un servicio. ¡Bendiciones,  especialmente para los feligreses de San Fernando!