Monseñor, ¿Cuáles son los desafíos que tendrá que enfrentar el mundo del trabajo?
Primero quisiera enviar un saludo a todos los hombres y mujeres, todos somos trabajadores, porque hacemos lo que es natural a nuestra condición humana, que es transformar lo que nos rodea en bienes para el servicio de los demás. Todos conocemos el origen de la fiesta del 1 de mayo, Día del Trabajo, pero también tiene un origen religioso en San José Obrero. Por eso, todo trabajo, de cualquier tipo, intelectual, manual, científico, del ámbito humanista o en el campo, es un camino para imitar al Señor. El trabajo es lo que nos dignifica, lo que podemos ofrecer a Dios, y a los demás. Es la motivación para levantarse en la mañana, sentarse en un escritorio, tomar el caballo y ponerlo en el arado, subir al tractor, manejar un camión, entrar a la mina, cosechar la uva, lo que sea. La Iglesia, a través de la enseñanza de la Doctrina Social, a partir de León XIII, ha dado un verdadero significado al trabajo, particularmente en el tiempo del Papa Juan Pablo II, a partir de las dos encíclicas. Ahora estamos en un momento de cambio y lo que hemos considerado durante mucho tiempo nuestra manera habitual de trabajar parece que está cambiando, que, por ejemplo, se puede trabajar desde la casa. No obstante, después de un tiempo de bonanza en la economía mundial, muchas personas se están quedando sin trabajo. También vamos a descubrir que hay personas que tienen trabajos mal remunerados, mal pagados, con salarios insuficientes. ¿Qué hacer frente a esta realidad? ¿Qué hacer para redistribuir los bienes que Dios nos ha dado a todos y a la sociedad chilena?¿Cómo se hace? La Iglesia ha hablado muchas veces de los conceptos de salario mínimo, salario familiar, salario ético. Debemos generar un sistema para que todos los trabajadores puedan tener una vida digna, una vejez digna, un sistema que permita que todo trabajador tenga una vivienda, salud, etc. ¿Cómo se hace esto? Si fuéramos hombres y mujeres generosos y las políticas estatales se llevarán adelante verdaderamente a fondo y fuéramos a lo esencial con mayor rapidez se podría alcanzar esto, que, a veces, parece un mundo ideal. Estamos viviendo un momento que plantea los desafíos de siempre, pero con mayor solidaridad y caridad; y creatividad para desarrollar nuevos sistemas que motiven la generosidad como existe en otros países.
Monseñor, ¿Cuál es su mensaje para los trabajadores que hoy han perdido su trabajo?
Es un problema que nos preocupa y somos solidarios con su dolor. Lo que estamos pasando no es por culpa de alguien. Se han tomado medidas para tratar de mantener los empleos, pero claramente ha habido una baja y podemos llegar a una cantidad de desempleados que no vemos hace mucho tiempo. Les animo a que tengamos esperanza y seamos humildes para vivir de la solidaridad, cuesta decir no tengo. Por eso estamos trabajando seriamente para sacar adelante la campaña “Cinco panes y dos peces”. También los llamo a seguir orando en familia. Vamos a tratar de poner a disposición una novena para conseguir trabajo. Por otra parte, les pedimos a los empresarios y dueños de las Pymes que aguanten, que aguanten, que se priven de todo lo superficial para poder mantener a sus empleados. Serán recompensados por Dios y le harán mucho bien al país. Mucha gente está aguantando como puede. En ese sentido, llamo a trabajadores y empresarios a dialogar. La paz y la concordia en el mundo laboral son especialmente necesarias en este momento que muchos hermanos están quedando cesantes. Finalmente, un saludo con particular cariño a todos los trabajadores de nuestra diócesis, de nuestra Región y, particularmente, a todos los que están trabajando en la contención de la pandemia.