Monseñor, ¿Cuál es la importancia del acompañamiento espiritual cuando se está enfermo?
Toda persona que está enferma sufre de cierta debilidad y requiere de ayuda material como es lógico, pero también espiritual. La concepción cristiana del ser humano señala que somos una unidad: cuerpo y alma. Por eso la Iglesia siempre ha visto la necesidad de entregar auxilio espiritual, que tiene muchas maneras. La más importante, por supuesto, es la que viene por la gracia de Dios, que nos da a través de los medios ordinarios, que habitualmente son los sacramentos; o por medios extraordinarios, a través de los cuales el Señor se acerca a las personas. Una de ellas, es la asistencia espiritual, por eso, hemos insistido tanto en la presencia de aquellas personas que tienen este don, principalmente sacerdotes, pero también de otras personas que pueden auxiliar y aconsejar a alguien que lo está pasando mal. Es decir, una persona que abra la perspectiva de ese momento de debilidad física, hacia el ámbito espiritual y vea -la persona- que muchas veces estos acontecimientos, como los que estamos viviendo, son también oportunidades que Dios abre para que descubramos otras dimensiones. Y eso nos está pasando a todos. Estamos descubriendo otras dimensiones: la dimensión del amor a Dios, la dimensión espiritual de las cosas, la dimensión caritativa y solidaria hacia las personas que sufren. El auxilio espiritual en momentos difíciles es una de las grandes maneras que Dios tiene para hacer comprender mejor los acontecimientos que ocurren en la vida de una persona y, que, no solamente, tienen que ver con la enfermedad, sino que con la vida, con los hijos, con el matrimonio, con la vida sacerdotal, con la vida del país. El ser humano está formado por dos grandes principios: el del alma, de lo espiritual, que da forma, mueve y da sentido a lo material. Cuando una persona fallece, decimos, en lenguaje teológico, que se separa temporalmente el alma del cuerpo, hasta que llegue a reunirse de nuevo, de manera misteriosa para este mundo, en la resurrección, para vivir en una naturaleza gloriosa como Jesucristo.
Monseñor, esta semana comienzan las misiones de alumnos de DUOC UC en las diócesis de Rancagua y San Bernardo, ¿Cómo éstas aportan a enfrentar esta crisis?
Las misiones siempre se han realizado, pero nunca como se van a desarrollar ahora. Antes se iba a diferentes partes, en el sur o en el norte y ahora las van a realizar virtualmente. Aquí, hay dos elementos importantísimos: primero, es el efecto que producen las misiones en los jóvenes, que es muy importante. El primer proceso de mayor conversión y de cercanía a los demás se da a través de las misiones, que, en este caso, van a ser virtuales. El segundo efecto, es llegar con una palabra espiritual a tanta gente que está esperando una palabra y nadie se la dice. Los misioneros del DUOC darán esas palabras virtualmente, es decir, a través de las redes sociales o del teléfono, de forma más personal para quienes lo requieran. Ayer sábado celebramos la Misa de Envío de estos jóvenes, en la capilla de DUOC en San Bernardo. Además, durante estas misiones se van a realizar clases concretas de temas prácticos, como mecánica automotriz, computación, conceptos básicos del área de salud. No sabemos bien todavía cómo va a resultar, porque es la primera vez que las misiones se realizan de esta forma, pero es una manera de llevar la palabra de Dios y la cercanía del Señor a mucha gente; y, mostrar que a través de los medios técnicos, de las redes sociales, se pueden hacer cosas apostólicas. En la Iglesia debemos aprender que los medios y las comunicaciones están al servicio de la pastoral. Ahora estamos aprendiéndolo de manera muy fuerte. Invitamos a todos a ingresar a la página de las diócesis de Rancagua o de San Bernardo, para participar en estas clases y en las ceremonias litúrgicas, y ver el empeño de estos jóvenes por estar cerca de quienes lo necesitan en el momento oportuno, que es ahora.