Monseñor, este es el Mes de la Biblia, ¿Por qué son importantes las Sagradas Escrituras en la vida de un cristiano?
El Concilio Vaticano II le dedicó un documento que se llama Dei Verbum a las Sagradas Escrituras. ¿Y por qué son tan importantes? Porque lo que Dios ha querido revelar al hombre se produce a través de dos grandes fuentes: una de ellas son las Sagradas Escrituras o la Biblia, que es la palabra de Dios escrita por inspiración del Espíritu Santo. La otra fuente, igual de importante, es la tradición, que es la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los apóstoles y que se transmite de forma integra a sus sucesores.
Estas dos fuentes tienen la misma importancia, son parte de lo que nosotros llamamos la Revelación o la Fe, que ha sido confiada a la Iglesia. La Iglesia es la que interpreta auténticamente la palabra de Dios oral (la tradición) o escrita (Biblia) ha sido encomendado solo al magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejerce en nombre de Cristo. Esto quiere decir a los obispos, en comunión con el sucesor de Pedro, obispo de Roma. Es importante saber que la lectura de las Sagradas Escrituras requiere de una preparación, que también implica conocer la tradición. Las fuentes de la verdad de la Iglesia no están solamente en la Biblia también en la tradición. Por eso es importante aprender a leer y estudiar ambas fuentes. ¿Cómo se hace eso? Estudiando el Catecismo.
Monseñor, entonces ¿Existe una metodología para leerla?
Existe una metodología, un sentido. Para mi vida personal puedo leer todos los días la Biblia y el Señor me va hablando, pero la interpretación oficial de lo que eso significa, eso lo hace la Iglesia y para ello existen organismos expertos. No cualquier persona puede decir, lo que Cristo quiso decir. Para leer las Sagradas Escrituras hay que saber que tienen muchos sentidos, hay un sentido literal, pero también hay uno espiritual, que al mismo tiempo tiene varias maneras de interpretarse: el sentido espiritual alegórico, el sentido espiritual moral, entre otros. El libro del Catecismo desde el número 15 en adelante puede ser una gran ayuda.
Monseñor, ¿Cuál es su recomendación para vivir este mes de la Biblia?
Primero, tomar las Sagradas Escrituras como algo muy santo, porque es la palabra de Dios. Cuando uno tiene en las manos la Biblia está en contacto con el hijo de Dios. Segundo, leerla con mucha devoción de la siguiente manera: primero los santos evangelio. Estos nos relatan la vida, los hechos y acontecimientos de la vida de Jesús. Después leer el Nuevo Testamento, porque existe una regla clásica en la enseñanza de la Teología. Desde el Nuevo Testamento se entiende lo que enseña el Antiguo. Entonces, leer a Mateo, Marco, Lucas, Juan, las Cartas de San Pablo y hasta el último libro del Nuevo Testamento y después leer el Antiguo Testamento. Existe una tendencia a ir al Antiguo testamento y sacar consecuencias de él para el momento actual y en realidad nosotros sacamos consecuencias de las enseñanzas de Jesús. Recomiendo tener la costumbre de leer todos los días dos o tres minutos del Nuevo Testamento poniéndole una marquita, porque así la palabra de Dios va entrando en nosotros de a poco en nuestras vidas.