Monseñor, la próxima semana se celebra el Día de Todos los Santos y el Día de los Difuntos y la autoridad sanitaria ya señaló que los cementerios estarán cerrados..
Vamos al cementerio porque recordamos a nuestros difuntos, a nuestros seres queridos y eso tiene una significación muy importante, porque es la memoria de cada uno de nosotros. Por lo tanto, es una bellísima costumbre que la Iglesia celebra desde siempre: El día 1 de noviembre la Fiesta de Todos los Santos y el día 2 de noviembre, la Fiesta de Todos los Difuntos. Lo que vamos a hacer es que, con los medios que tenemos a disposición, ofrecer la Santa Eucaristía por las personas difuntas, esto es lo más esencial. Vamos al cementerio por un tema sentimental, pero fundamentalmente porque queremos orar por ellos, porque no tenemos certeza de que todos estén junto a Dios; a veces, sí, porque su vida fue especialmente ejemplar, pero otras veces o no sabemos mucho o sabemos que su vida no fue tan ejemplar; y los que estamos en esta tierra podemos ofrecer el servicio de la Eucaristía por los difuntos para que el Señor les perdone sus faltas y puedan entrar a la vida eterna. Por lo tanto, llamo a todos a celebrar, este tiempo que no podremos ir a los cementerios, uniéndose a la Santa Eucaristía celebrada en las distintas parroquias y también en algunos cementerios. En algunos se van a poder inscribir los difuntos para la Eucaristía por los medios telemáticos. Éste es un momento muy importante en la vida de la Iglesia, porque celebramos a la Iglesia que está en el cielo. Está la Iglesia que milita, que somos nosotros; la Iglesia que purga, purificándose para entrar al cielo; y la Iglesia triunfante en el cielo, donde está Cristo, María y los santos. Y esas tres iglesias fueron parte de nuestro camino y nuestro camino definitivo es la vida eterna.
Éste también es un momento oportuno para decir algo en relación a una costumbre que se ha ido introduciendo entre nosotros y que hay que mirar con un juicio crítico bien claro. Poco a poco ha ido ingresando una fiesta aparentemente inofensiva como Halloween y que va dirigida a los niños, y que le va quitando el sentido verdadero a la fiesta de Todos los Santos y, en su víspera, vemos que aparecen los niños disfrazados, pidiendo dulces y todo parece muy sencillo, pero si uno va a su origen, son fiestas paganas. Fiestas que se han ido arraigando en los países occidentales y que vienen de las antiguas religiones que había incluso antes del cristianismo. Llamo a los papás a recuperar la Fiesta de Todos los Santos conforme la Iglesia lo señala. No hay que dejarse llevar por estas transformaciones culturales que cambian las celebraciones cristianas por celebraciones paganas, que de alguna manera pueden representar una aberración de la fe, porque no rinden culto a Dios y a su hijo, si no que a divinidades falsas, que no están reveladas en ninguna parte y que confunden a los niños. Papás, mamás, busquemos otras maneras de celebrar, no nos dejemos llevar por lo fácil, detrás de eso hay negocio, y al final lo que estamos haciendo es poner en riesgos las fiestas fundamentales de nuestra fe cristiana, como es la Fiesta de Todos los Santos.
Monseñor, en otro tema, hace algunos días se dio a conocer en algunos medios de comunicación, un mensaje del papa Francisco en relación a los derechos civiles de las personas, ¿Qué nos está diciendo el Santo Padre en este mensaje?
Es importante tratar este tema, porque se ha prestado para confusiones. El Papa Francisco es muy sensible al respeto de la dignidad de las personas; y es un hecho que en muchas partes del mundo hay personas que son pasadas a llevar en su dignidad y no se les reconocen sus derechos, entre ellas también están las minorías homosexuales. Entonces, el Papa Francisco reitera una enseñanza, que está en muchos de sus documentos especialmente en su Exhortación Apostólica Amoris Laetitia, que debemos acogerlos particularmente en la familia y se deben regular sus derechos para ejercerlos en la sociedad, pero esos derechos no tienen que ver con la unión civil con otra persona del mismo sexo, tiene que ver con sus derechos a la salud, a la educación, a no ser discriminado, entre otros, y así lo ha reconocido estos días uno de los teólogos del Papa Francisco, P. Antonio Spadaro, sj, y ha dicho que el Santo Padre no ha querido cambiar, ni distanciarse de lo que la Iglesia siempre ha enseñado. Estamos todos de acuerdo en que sea cual sea la situación de una persona, siempre deben respetarse sus derechos esenciales y no ser discriminadas, y eso ha dicho el Papa Francisco, pero no a que se les reconozca el derecho a vivir juntas dos personas homosexuales, que en muchos países está reconocido, pero la Iglesia nunca lo ha promovido, porque detrás de eso hay un hecho ético y moral profundo. Se puede ver en el número 250 de Amoris Laetitia y en el catecismo, cuando habla del sexto mandamiento, ahí está explicado con mucha claridad.