Un hondo impacto causó en diversas comunidades de la Iglesia en Argentina, España y Chile el trágico deceso del joven sacerdote argentino Renato Nahuel Bettini, de 29 años, ocurrido el domingo 16 de octubre en la Comunidad Foral de Navarra, al norte de España, tras sufrir un accidente de auto al colisionar con otro vehículo. Renato era originario de Villa María, en la provincia de Córdoba y miembro del Camino Neocatecumenal.
A los 18 años se despidió de sus padres y sus tres hermanos varones, trasladándose a España para cursar sus estudios en el seminario Redemptoris Mater de Pamplona. Renato tuvo un breve, pero significativo paso por Chile, específicamente en la parroquia y basílica Santa Ana de Rengo en 2019, donde dejó mucha huella, apoyando la evangelización como miembro itinerante del Camino Neocatecumenal.
La familia de Gabriel y María Paz, miembros del Camino Neocatecumenal, lo acogió durante un tiempo en su casa, donde fueron testigos de su carácter sencillo y humilde, de aspecto modesto y respetuoso, donde destacan “su dulzura silenciosa y muy respetuosa…, demostrando verdadero celo por servir a Dios con lo mejor de sí en todo lo que obraba”. Los tres hijos del matrimonio pudieron compartir con él y conocerlo, lo que para ellos significó la entrada del Señor en sus vidas, junto a este “nuevo hermano”, del que nada conocían, pero con el que supieron convivir en tardes de guitarra, cine y conversaciones. Renato les transmitió su trabajo apostólico “desde su mirada juvenil, pero a la vez muy penetrante desde su convicción en el servicio al Señor”.
Durante su estadía en Rengo, en pleno estallido social, el párroco Esteban pudo dar fe de su disponibilidad y trato amable, y guarda un grato recuerdo de él. Luis Bustamante, agente pastoral de la misma parroquia, entregó igualmente su testimonio: “Conocí al padre Renato, por su paso en la parroquia en Rengo, cuando se encontraba de misión. Fue un joven muy alegre, entregado al amor de Dios, sencillo y lleno de energía. Un agrado escribir y contar acerca de su vocación. La sencillez que transmitía y su carisma lo hacían ser un joven alegre. Su muerte nos afectó a todos los que en algún momento de la vida compartimos con él, pero creo que su misión en la tierra la cumplió como debería hacerlo, entregando amor y llevando la Palabra a personas que estaban alejadas del amor de Dios. Solo quiero pedir que Dios lo tenga en la mesa, junto a los santos en el Reino”.
A fines de septiembre de 2019 Renato Nahuel tuvo un breve paso por el Obispado de Rancagua y por la Vicaría Pastoral, con el propósito de obtener la certificación necesaria para tramitar su residencia temporal en Chile. En esos breves momentos pudimos conocer su carácter alegre y entusiasta, evangélico y evangelizador, sencillo y apostólico. Villarrica, Argentina y España fueron sus próximos pasos, donde fue avanzando en su camino de compromiso con Jesús a través de sus estudios, su diaconado y su ordenación presbiteral el 12 de junio de este año en la catedral de Santa María la Real de Pamplona.
El rector del seminario Redemptoris Mater de Pamplona, padre Jesús Dillana, lo recuerda por su forma de ser, risueño y bromista, pero que al madurar en su formación se mostró como “un hombre sensato, con discernimiento cristiano y sacerdotal”. Su arzobispo Francisco Pérez le encomendó la vicaría parroquial de Peralta y Funes, pueblos al sur de Pamplona, y se expresó así al saber de su muerte: “Nuestro dolor se convierte en la certeza que D. Renato vive en el amor misericordioso de Cristo Resucitado. Ofrezcamos sufragios y oraciones por su eterno descanso”.
Por su parte, el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, compartió a través de las redes sociales que había conocido al joven sacerdote, al que define como “un joven alegre, apasionado por llevar a Cristo a todos los rincones, sacerdote bueno y entregado al servicio de todos. Conocí a Renato, un joven alegre, apasionado por llevar a Cristo a todos los rincones, sacerdote bueno y entregado al servicio de todos”. Su breve ministerio, con la celebración de unas pocas misas y tal vez unos pocos sacramentos, nos hace pensar que, sin embargo, su sacerdocio fue pleno y completo en esos pocos meses, tanto como si hubieran sido sesenta o setenta años. Recibió la plenitud del sacerdocio y entregó la plenitud de su vida de configuración con Jesús.
El director de comunicación de la Conferencia Episcopal Española, el padre Josetxo Vera, hizo la siguiente reflexión: “Diez años de preparación para el ministerio sacerdotal. Ordenado en junio, ha vivido como sacerdote cuatro meses… y ahora toda la eternidad. Con lo que cuesta una vocación, con lo que cuesta formarla, con la falta que hacen sacerdotes… Tú sabrás”. Gabriel y María Paz resumen sus sentimientos para despedir al joven consagrado argentino: “Gracias por dar testimonio hasta el final de tu vida, que la verdadera felicidad viene del trabajo evangelizador para alcanzar la Jerusalén Celestial. No te olvidaremos nunca, querido Renato, gracias por compartir el pan en nuestra mesa”.
Pbro. Hugo Yáñez Canales Secretario de la Vicaría Pastoral