Condominios, villas y poblaciones de diversos tamaños han proliferado en el sector sur poniente de Rancagua, el problema es que el aumento de estas construcciones no va de la mano con la existencia de infraestructura para el culto. Es decir, muchas casas y casi ninguna capilla. Estos lugares de culto, a juicio del padre Giacomo Valenza, párroco de la Parroquia Cristo Rey, que atiende a ese sector, son muy importantes para la evangelización que se quiere hacer.
En ese contexto, el sacerdote explica que “los desafíos son enormes, porque primero hay que penetrar en esas comunidades y eso no es sencillo, ya que es gente sin tradición ni se identifica con la parroquia”. Esto radica en que los nuevos habitantes vienen de distintos sectores de Rancagua o sus alrededores. “No tienen arraigo”, explica el padre Giacomo.
A eso se suma el que ellos han detectado que hay mucha rotación de gente, pues se cambian de casa con frecuencia. Da como ejemplo que en algunas villas ni quiera se ha podido constituir la junta de vecinos, ya que no se llega a un acuerdo. Están conscientes de todas esas dificultades, pero aun así siguen intentando crear comunidades cristianas. Para ello, contar con un lugar para celebrar liturgias y hacer catequesis es muy relevante. Como no hay capillas, ha llegado a acuerdos para usar las sedes vecinales para hacer la labor pastoral. Además, siempre hay gente motivada que les presta apoyo y comienzan a “sembrar”.
El padre cuenta que a un sector llegó una catequista que empezó a preparar niños para la Primera Comunión, pero durante la preparación se enteró de que había niños que no tenían en bautismo y sus padres tampoco. Así, pidieron ser bautizados, el padre lo hizo y ahora están más comprometidos con la Iglesia, “puede ser el nacimiento de una pequeña comunidad cristiana”, dice el padre esperanzado.
Tender una mano
La Parroquia Cristo Rey está a cargo de la Congregación de Don Orione. Dos sacerdotes componen la comunidad: el padre Giacomo Valenza, a cargo de la parroquia, y el padre Patricio Páez, encargado del Hogar “Pequeño Cottolengo”. Esta última obra ha marcado el caminar solidario y de preocupación por los más desvalidos de la comunidad parroquial.
Los fieles son descritos como gente sencilla y muy solidaria. “Hay un ambiente muy bello y colaborativo en la sede parroquial”, explica el padre Giacomo. Como punto en contra, indica que les falta un poco de constancia, por eso es que la tarea ahora es reactivar el grupo de Ayuda Fraterna, pues durante la pandemia dejó de funcionar.
Con ello se espera también retomar la tradición de entregar almuerzos en un comedor solidario una vez al mes, como se hacía hasta hace dos años atrás. Por lo pronto, están haciendo todas las gestiones para que una empresa que todos los años les entrega cajas de Navidad para distribuir a la población más vulnerable del sector, lo haga también este año.
Celebración de la fiesta patronal
La Parroquia Cristo Rey de Rancagua estuvo de fiesta el domingo 20 de noviembre, pues se celebró la Solemnidad de Cristo Rey. En ese contexto la comunidad programó diferentes actividades pensadas para esta ocasión tan especial, involucrándose a: los agentes pastorales, los niños y padres de Primera Comunión y los jóvenes de Confirmación. De acuerdo con lo señalado por el párroco de Cristo Rey, padre Giacomo Valenza, la comunidad parroquial participó activamente en el rezo de la novena y la reflexión que se hizo para preparar la fiesta. Luego, el domingo, los feligreses llegaron al templo parroquial y se dispusieron a celebrar con alegría esta fiesta patronal, con una eucaristía presidida por su párroco. En la oportunidad, también se hizo la renovación de la consagración del género humano al Sagrado Corazón de Jesús. Posteriormente, la jornada culminó con una rifa en la que se quiso unir lo lúdico y festivo con el aspecto solidario. El padre Giacomo destacó que fue un día para agradecer a Dios por su constante presencia en la vida de cada uno con el anhelo de permitirle siempre reinar en el corazón y vida de cada miembro de la comunidad.