Monseñor, mientras los católicos celebraban domingo de Resurrección la semana pasada, la comunidad de Pelequén protestaba en la carretera por los efectos que ha tenido un vertedero en su calidad de vida. ¿Cuál es su visión?
Recuerdo, hace tres años, que las personas, especialmente dirigentes de la parroquia y de las comunidades cristianas, junto con dirigentes vecinales, de Pelequén, vinieron a conversar conmigo sobre este tema; recuerdo haber visitado ese espacio donde hoy está ese vertedero; y haber manifestado en ese momento mi preocupación a la municipalidad y a algunas otras autoridades, de lo que podría significar esto. En el contexto de este tiempo pascual de alegría, de fe del Señor Resucitado, me parece importante que como cristianos reflexionemos sobre este episodio y pensemos que decisiones tan importantes, que afectan la vida de una comunidad, deben -de alguna manera- ser consultadas con la comunidad. Se acabó el tiempo aquel, en que las autoridades, ya sean de Iglesia, del gobierno comunal, regional o nacional, toman decisiones sin consultar a los ciudadanos. Hoy, hay un cambio cultural muy grande y, por lo tanto, es necesario hacer participar a los ciudadanos que van a ver afectadas de alguna forma su manera de vida con este tipo de proyectos. Creo que esto es lo que ha pasado, ojalá que ahora el diálogo y la racionalidad favorezcan una salida digna a un problema social.
En estos movimientos ¿cómo deberíamos actuar los católicos?
Los católicos tienen que estar presentes activamente en el progreso de un pueblo, de una comunidad, de un país, el católico por esencia es hombre de Iglesia, pero también es hombre de las realidades del mundo, y debe influir para que las realidades del mundo dignifiquen al ser humano y a las personas, ojalá los católicos estén en esa línea, pero que también ayuden a que las manifestaciones en contra de determinados proyectos se realicen sin violencia, aunque, lamentablemente, ocurre también que hay grupos que se infiltran para hacer desmanes y generar violencia. Pero un católico no puede estar al margen del progreso y de la preocupación por una vida más digna para los habitantes de un sector.