Monseñor, ¿Qué significa la Fiesta de Pentecostés?
Lo primero que debemos saber es que implica un hecho histórico en la vida de la iglesia primitiva: 50 días después de la muerte del Señor, de la Resurrección del Señor, vino el Espíritu Santo y ello significa que se cumplió la promesa de Cristo a los apóstoles, que cuando Él se fuera al cielo -lo que celebramos hace una semana y donde ahora está- nos enviaría a la tercera persona de la Santísima Trinidad, para que nos recordara todo lo que nos enseñó. Es decir, el Espíritu Santo es la manera en que el Señor confirma a los primeros apóstoles y a todos los que lo siguieron en las verdades fundamentales de la fe. Estos hechos están descritos en la Sagrada Escritura y tienen una importancia esencial, porque se piensa que éste es el nacimiento de la Iglesia, cuando toman la fuerza de Dios y salen a predicar como nos cuentan los relatos. Ese es uno de los elementos importantes.
El segundo elemento importante, es que la acción del Espíritu Santo es por la presencia de Dios en el mundo y es permanente, no es que se haya producido una vez, si no que actúa permanentemente.
¿Y qué importancia tiene que la presencia de Dios sea más visible en el mundo?
El domingo celebramos la venida del Espíritu Santo y el día de la vigilia de Pentecostés lo que hacemos es disponer el corazón y decirle al Señor que Sí, y eso ocurre ahora y ocurre cada día y en cada momento, por eso en las Escrituras el apóstol San Pablo dice que todo es gracia y eso es lo que nos cuesta entender, pensamos muchas veces que la acción es nuestra y en realidad somos instrumentos.
Monseñor, ¿Cuál debería ser nuestra actitud para celebrar Pentecostés, especialmente en los tiempos que estamos viviendo?
Muchas personas no podrán asistir a la Santa Eucaristía hoy domingo 23 de mayo, en la zona que están en fase 2, podrán asistir 20 al interior del templo y 40 en el exterior; en varias parroquias se celebrarán varias misas. Ahora, también podemos repasar los siete dones el Espíritu Santo y que nos permiten descubrir la acción de Dios en todos nosotros, porque éstos son un regalo, y un regalo lo hace una persona que a uno lo quiere y que sabe que uno lo aceptará Entonces, el Señor viene con sus siete dones y nos los regala y estos dones son siete fuerzas en los distintos ámbitos de la vida del hombre, que nos preparan para vivir como cristianos.
Monseñor, ya están los resultados de las elecciones, la Iglesia ¿Cómo seguirá apoyando el proceso que viene?
La ciudadanía se ha manifestado y expresado su voluntad. Esto es lo propio de la democracia. La Iglesia seguirá difundiendo aquellos valores que considera esenciales, especialmente, para la redacción de la nueva constitución y que son las cosas que tienen que ver con la dignidad de la persona, de la familia, el respeto a la vida desde que se nace hasta la muerte; y eso lo haremos a través de las enseñanzas, como lo hemos venido haciendo y a través de documento “Valores y Principios, Enseñanza Social de la Iglesia”. También lo haremos a través de muchos católicos que son parte de la convención y que a través de su opinión formada podrán poner estos principios que son universales en la Carta Fundamental.
En lo personal, lamenté que pocas personas se interesara en asistir a votar en estas elecciones, no sabemos las causas, sin embargo, es negativo, porque no puede pasar que unos pocos tomen decisiones por muchos, por ello hay que cumplir sus deberes cívicos.
La Iglesia ve con esperanza, pero también con cierta preocupación las ideologías que puedan introducirse en este proceso, las ideas un poco extremas o la falta de diálogo, porque, sobre todo, la convención es mucho diálogo y no negarse a ello. Necesitamos un gran diálogo.
Felicito a todos quienes han sido elegidos en las diócesis de Rancagua y de San Bernardo y los animo a todos a ser coherentes con los valores fundamentales que han recibido de sus padres, de sus abuelos, de los fundadores de nuestra Patria.