Monseñor, frente a la llegada del nuevo obispo, ¿Cómo empieza a prepararse nuestra diócesis, a nivel de parroquias, pastoralmente, para recibirlo?
Lo primero es que cuando se piden las cosas al Señor con fe, Él las concede, y llevábamos bastante tiempo rezando para que llegara un nuevo obispo, que es el pastor que guía, escucha y orienta a la comunidad. Fueron innumerables las veces que -en visitas a las parroquias presencialmente y también en reuniones por zoom- me consultaban cuándo llega el nuevo obispo. Incluso se le consultó al Nuncio Apostólico que asistió a algunos de estos encuentros. El obispo electo, monseñor Guillermo Vera es un obispo con mucha experiencia pastoral. Desde el año 2003 estuvo en la diócesis de Calama y luego en la de Iquique; con mucho celo pastoral, de cercanía con las comunidades. Es así como él me indicó que lo primero que hará a su llegada será visitar a las parroquias.
Entonces, ¿Qué deben hacer las parroquias y las comunidades?
Primero, éste es un tiempo de mucha oración y agradecimiento. Segundo, la acogida humana es importante; un hombre que llega a servir tiene que contar con la confianza de aquellos a quienes va a pastorear y guiar. Por lo tanto, esas visitas a las parroquias van a ser muy importantes y deben estar llenas de cariño espiritual y cariño humano. Es costumbre en las parroquias de la Diócesis de Rancagua las manifestaciones de aprecio, seguramente habrá expresiones populares, religiosas, cuecas, y, sobre todo, y es lo más importante, el obispo Vera querrá celebrar la Eucaristía en estas comunidades que visite y que es el momento culminante de unión con ellas. Lamentablemente, los aforos son limitados. Pero lo relevante es que el Señor le ha regalado a la Diócesis de Rancagua un pastor muy particular y ahora llega el momento de recibirlo. Así como a nivel diocesano estamos preparando todo -en la medida de lo posible- para cuando él llegue, en las parroquias también debe pasar lo mismo para que el obispo sienta la acogida del pueblo de Dios, de las comunidades, de las capillas.
Monseñor, ¿Y usted cómo vive este tiempo que podríamos llamar “los descuentos” en la Diócesis de Rancagua?
Con mayor intensidad que antes, porque hay bastantes cosas que dejar solucionadas. Por ejemplo, antes que llegue el obispo estarán realizados todos los cambios de parroquias que quedan por hacer y que son: Tinguiririca, San José de Chimbarongo, Nancagua, Cunaco, La Compañía y San Fernando Rey, que tendrán cambios de sacerdotes que ya están decididos, pero que por la pandemia no se podían realizar. Ahora ya tenemos las fechas y yo mismo iré a hacer entrega a cada uno de los sacerdotes de la parroquia, durante el mes de julio.
Vivo este momento como un servicio que me pidió el Santo Padre y que he compartido con mi servicio como obispo de la diócesis de San Bernardo. Esto ha significado y me gustaría resaltarlo, crear una vinculación entre ambas diócesis que se ha manifestado en muchas actividades comunes. Es así como este jueves 24 de junio, los presbiterios de ambas diócesis participarán en un encuentro con un experto que expondrá un estudio de las modificaciones ala parte penal del derecho canónico. También hay cursos conjuntos, como que se realizaron durante el verano y las de catequesis. El Señor permitió que esto pasara, que trabajáramos las dos diócesis de forma más unidas, manteniendo claramente la autonomía de cada una.
Ha sido un tiempo de mucho aprendizaje, de conocer una realidad distinta, aunque conocía bien sobre todo la provincia de Colchagua. Estoy contento que el Señor me haya permitido esta experiencia y de que se haya nombrado a un obispo con las características de monseñor Guillermo Vera.
Monseñor, a usted también le correspondió impulsar el proceso de escucha para la Asamblea Eclesial, el jueves pasado se realizó un foro temático sobre el proceso constituyente, ¿Cuál es su apreciación sobre este proceso?
Efectivamente se están realizando estos diálogos, donde se invitó en esta oportunidad a Carol Bown, que fue elegida como constituyente por la Región de O’Higgins y la idea era abordar aquellas temáticas que como Iglesia, como católicos, como hombres y mujeres de fe consideramos esenciales. Fue muy interesante, porque expuso lo que ella pensaba sobre temas como: la libertad religiosa, libertad de culto, también se abordó la impronta cristiano-católica en la educación, entre otros.
Nos interesa mucho ir conversando con los constituyentes sobre estos temas, que para nosotros son esenciales y que deben quedar en la Carta Fundamental. Por ejemplo, que entendemos por persona, por familia, el papel de los padres en la educación, qué significa que el Estado sea laico.
Este encuentro es parte de un proceso sinodal que debe culminar con la respuesta de cada una de las diócesis a una serie de temas que servirán de insumos para la Asamblea Eclesial. Por ello, es relevante participar y en el diálogo del jueves participaron cerca de 60 personas de distintas parroquias. El proceso en el que estamos es muy importante para la vida de las comunidades no sólo por lo político. Por ello, esperamos tener estos diálogos también con otras personas que sean constituyentes.
Finalmente, ¿Cuál es su mensaje para animar a las personas a participar en este proceso de escucha?
Hemos estado mucho tiempo sin poder comunicarnos y este proceso es una gran oportunidad. A estos encuentros que son vía zoom, puede ingresar cualquier persona, incluso que no sea católica, para escuchar, ser escuchado, participar e ir formándonos una idea de lo que queremos como país, y ello es muy interesante. Llamo a todos a participar en la próxima reunión, que será el jueves 1 de julio.
Cuando el Papa Francisco nos habla de una Iglesia en salida o de una Iglesia sinodal, lo que quiere es que haya un camino común, que debemos descubrir entre todos. Hay cosas que están muy claras, pero hay muchas otras que se pueden hacer de miles de formas. El Papa, al mismo tiempo que resalta vivir esta sinodalidad, también resalta la unidad en la diversidad, es decir, no es igual una diócesis del norte que una del sur: cómo se adecua la pastoral en esas circunstancias, cómo se lleva el anuncio del Evangelio, eso es lo que vamos a ir descubriendo. Y, además, nos va a servir para preparar el Sínodo de los Obispos del año 2023, que el Papa -anunció- quiere que se inicie en octubre de este año en todas las diócesis del mundo, con un proceso de diálogo y escucha en las comunidades que tiene como tema: La participación, comunión y sinodalidad.