Monseñor, ¿Por qué la Iglesia se unió en oración por los convencionales?
Todos los obispos de Chile hemos tomado la decisión de orar por ellos. El Señor nos dice en el Evangelio que orar siempre es necesario, pero en este momento que vive el país es más necesario aún. Entonces, hemos decidido orar el día que se da inicio a la Convención Constitucional para redactar la nueva Constitución, en todas las iglesias de Chile durante la oración universal de todas las misas del domingo y las del sábado de precepto. ¿Por qué razón? Porque más allá de la creencia de cada uno, de lo que cada uno piense o estime respecto de su fe, siempre necesitamos la ayuda de Dios, y la Patria necesita la ayuda de Dios. Por eso, hemos hecho este gesto de aportar lo que es más propio nuestro, y eso, como hombres y mujeres de fe, es orar al padre del cielo para que nos conceda un trabajo en paz y armonía para llegar a una constitución que nos lleve al bien común.
Monseñor, una de las preocupaciones de la Iglesia en relación con la redacción de la nueva carta fundamental es la libertad religiosa, ¿Qué se entiende por libertad religiosa y por qué es tan importante?
La libertad religiosa está unida profundamente a la conciencia y a la capacidad natural que tiene el hombre de buscar y dar culto a Dios.
En todas las declaraciones de derechos y también nuestras constituciones, especialmente en la del año ’80, está consagrada de alguna de manera en las garantías constitucionales la libertad religiosa; y a lo que aspira la Iglesia es que en la ley -en la Constitución- se consagre de manera clara este derecho. Que nadie pueda ser coaccionado por creer, que nadie pueda ser impedido de creer ni tampoco puede ser impedido de no creer; que se respete el derecho de los padres a determinar la educación religiosa de sus hijos, tanto en la familia, como también en los centros educacionales; que se respete el derecho de las diferentes confesiones religiosas a tener sus propios templos, y éstos estén exentos de contribuciones, porque están hechos para el culto de Dios; que se respete el derecho a la expresión pública de la fe y la expresión social de la fe. La fe tiene una dimensión social que está expresada en diferentes organizaciones y grupos; se debe cautelar el derecho innato de los fieles de reunirse para rendir culto a Dios, pero también para servir a Dios en los más necesitados.
Por todo ello, estamos en contacto con muchos constituyentes, porque pensamos que es importante precisar muy bien en qué consiste la libertad religiosa en la nueva carta fundamental y, sobre todo, que se permita a cada expresión religiosa tener autonomía para llevar adelante sus propias maneras de rendir culto a Dios y de servir a la nación.
No se pide que un Estado laico haga una profesión de fe, evidentemente ésta es personal, se le pide que se reconozca que el factor religioso es tan esencial o más que otros factores para la construcción del bien común de un país.