Palabras del Pastor

“Vivamos Santa Rosa desde nuestros hogares”

- El obispo de Rancagua presidirá la Eucaristía de las 12 horas del día 30 de agosto vía online.

Monseñor, por segundo año consecutivo la celebración de Santa Rosa de Lima en Pelequén será virtual, no obstante, la devoción popular sigue intacta ¿Cómo se explica?

Para nosotros como creyentes siempre es importante reunirnos, encontrarnos, porque eso es parte de ser Iglesia. El sentirnos parte de una comunidad, que reza, que alaba y escucha la palabra de Dios y, si bien, a causa de la pandemia en este tiempo no lo hemos podido realizar como estábamos acostumbrados, el Señor ha permitido que a través de la tecnología nos reencontremos y de alguna manera estemos conectados.

En el caso del Santa Rosa  de Lima en Pelequén es una devoción muy arraigada en los fieles católicos, de manera especial en la Diócesis de Rancagua. Es una tradición, una fe transmitida de generación en generación y, por lo tanto, que se lleva muy adentro y eso es lo que nos permite vivirla y celebrarla, aunque no podamos ir, no podamos mirar la imagen y tocarla, que para nosotros creyentes son signos importantes. El creyente en los Santuarios reza muchas veces con la mirada. Por eso es tan importante ir, tocar la imagen, el estar presentes en la procesión, en la misa, ir a la feria y participar de ese encuentro con la gente, sentirnos contentos de estar reunidos, aunque no nos conocemos, sabemos que somos familia, que somos hermanos, y estar juntos nos produce alegría.  Todo esto, que físicamente para nosotros -como creyentes católicos- es importante, no lo podremos hacer este año nuevamente, por lo menos en los días que estamos acostumbrados 29 y 30 de agosto, porque estará cerrado, pero el Santuario está abierto y seguirá abierto con celebración de la misa todos los domingos. Entonces, los fieles devotos pueden ir todos esos otros días. Y saber que nuestra fe se mantiene intacta y que desde donde estemos podemos levantar nuestra mirada y la imagen de nuestra amiga Santa Rosa de Lima estará en la pantalla del celular, del computador y escuchar la palabra de Dios y así nuestra fe y nuestra esperanza y nuestro amor sigue intacto.

Quiero animar a los peregrinos y a los fieles devotos. Este tiempo ha cambiado nuestra forma de relacionarnos, nuestra forma de estudiar, de trabajar y también de vivir la fe. Esperamos que esto pronto cambie y podamos volver a cierta normalidad, pero por ahora, no sentirnos tristes ni desanimados, nuestra fe es más grande que todas las dificultades, nos dice que el Señor está vivo y Él sigue actuando en nuestra vida. A vivir esta fiesta de una manera diferente, pero no con menor intensidad. Invitar a los devotos que, si bien, el día 30 no podrán ir a Pelequén, pero si pueden celebrar en la casa, que la familia se reúna y participe en la Eucaristía a través de los medios digitales que están a nuestro alcance, que haya una comida rica y que se encuentren, porque la fe no la vivo solo, la vivo con otros y la vivo en el Santuario o también en mi casa o donde me toque estar.

Por otra parte, y en el contexto de la Asamblea Eclesial, ¿Cuál es la importancia de que la Iglesia escuche a la gente de las diócesis de toda América?

La Iglesia somos todos los bautizados y, si bien, es importante congregarnos, reunirnos y conversar, ello también debe llevarnos a que nuestro ser Iglesia lo vivamos de forma más comprometida. Ser creyente no es solo rezar en alguna ocasión, sino que también sentirme parte de una comunidad, donde cada uno quiere aportar. En la Iglesia   nadie debería ser un espectador, todos debiéramos sentir que estamos construyendo Iglesia.  Por eso, el Santo Padre ha animado a toda la Iglesia y, en este tiempo, en especial a la Iglesia que camina en América Latina y el Caribe a que -usando los medios digitales- participe para decir mi palabra sobre qué es lo que quiero de la Iglesia, cómo quisiera que fuera, decir una palabra frente a tantos miedos que nos acechan, a tantas cosas que nos inquietan, entonces, es decir cómo cuidarnos, cómo apoyarnos, cómo aportar con mi experiencia. A eso ha llamado el Papa Francisco en esta Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, que concluye el lunes 30 de agosto (el Proceso de Escucha). Un tiempo de escucha, de reflexión y participación. En nuestra diócesis hubo un trabajo de parroquia, de comunidad, de comunidades religiosas y también personal para aportar. Ha habido mucha gente en nuestra Diócesis, en Chile y en América Latina que ha aportado y eso va a ayudar a la Asamblea que se reunirá en noviembre en México.

Ahora si no pudimos participar en esta instancia, seguiremos realizando este trabajo. En el mes de octubre comenzamos a trabajar para el Sínodo que habrá en Roma en el 2023. Esta es una invitación a seguir trabajando en la sinodalidad, que es precisamente que la Iglesia somos todos y todos podemos decir lo que siento, lo que pienso. Junto con el Sínodo iremos trabajando en torno a lo que va a ser la Asamblea Eclesial de Chile, el próximo año. También ahí todo creyente bautizado podrá acceder a ese material para expresarse y sentirse parte de la Iglesia, a través de mi palabra, mi opinión y mi compromiso.

El trabajo para la Asamblea Eclesial Latinoamericana ha sido un trabajo hermoso es una forma de trabajar que ha llegado para quedarse y ya tenemos dos acontecimientos como es el Sínodo y la Asamblea Eclesial en los cuales podemos participar.