Monseñor, en nuestra diócesis se realizarán dos asambleas diocesanas, ¿Cuál es el sentido de estas reuniones?
Es retomar lo que normalmente se hacía en esta Iglesia y en todas las diócesis. Es necesario que podamos encontrarnos sacerdotes, diáconos, religiosas, religiosos, personal consagrado, junto con los laicos comprometidos, catequistas, agentes pastorales y tanta gente trabajando en la vida de la iglesia. Es importante encontrarse, verse, alegrarnos por estar juntos y por trabajar por el Señor y también soñar la Iglesia que queremos. A ello nos ha invitado el Santo Padre cuando nos convoca a vivir la Iglesia en clave de sinodal, es decir,a todos sentirnos responsables de ella.
Es así como este 23 y 30 de abril, en Santa Cruz y Requínoa, respectivamente, nos vamos a reunir representantes de todas las parroquias de la Diócesis para poder mirar nuestra Iglesia y ver cómo estamos y soñar qué queremos hacer. Hemos vivido una Semana Santa presencial después de dos años, lo que nos llena de alegría y, por lo tanto, es tiempo de retomar todas nuestras tareas de manera presencial, por lo mismo, es necesario reunirnos para mirar qué queremos, cómo queremos seguir trabajando, qué líneas pastorales queremos profundizar para poder trabajar más eficazmente. Éste es el sentido de estas asambleas que, sin duda, son un motivo de alegría; un momento para reencontrarnos y sentir que la Iglesia está viva y que en la Iglesia hay mucha gente deseosa de seguir trabajando por la extensión del Reino. Les pido que en las comunidades se ore por estas reuniones para que den mucho fruto y, posteriormente, quienes participen les informarán de lo que ahí se acuerde.
Monseñor, a nivel país se ha hablado mucho sobre la necesidad de que llueva; y la Iglesia también ha manifestado constantemente su preocupación por ella…
Así es. Como iglesia diocesana, el Domingo de Resurrección, pedí a todos los sacerdotes que comenzáramos una intensa rogativa en todas las parroquias, en todas las misas, y que cada parroquia también tenga sus propias iniciativas: procesiones, rogativas y otras, para pedirle al Señor el don de la lluvia. En la Sagrada Escritura vemos como el pueblo de Israel pasó etapas de sequía tremendas; vemos al profeta Elías en la cumbre del Monte Carmelo rezando insistentemente para que viniera la lluvia. Hoy, como país estamos viviendo una situación extrema, en las noticias ya escuchamos de la planificación de cortes de agua en ciertos momentos; y nosotros vivimos en una zona agrícola, todos debemos sentirnos muy involucrados en este tema. En ese sentido, debemos cuidar el agua que tenemos en nuestra casa y usarla de forma responsable; el agua no es un elemento inagotable y hoy lo estamos sintiendo con fuerza. Por eso, en todas las comunidades, en todas las familias, las de los campesinos, de los agricultores, de quienes trabajan en la fruta, oremos incesantemente para que el Señor nos regale el don de la lluvia. Pedirles entonces que continuemos con gran fe y esperanza esta tarea que hemos comenzando.
Monseñor, también a nivel país existe una gran preocupación por lo que está pasando en Ucrania y la Iglesia ha convocado a una colecta nacional.
La Iglesia como madre siempre procura estar cercana a quienes pasan necesidades o enfrentan momentos de dolor. En muchas ocasiones la Iglesia ha estado preocupada por situaciones que afectan a las personas, es así como hemos realizado colectas para ayudar a las personas afectadas por el incendio en Chiloé, en Iquique, en muchos momentos hemos invitado a los cristianos, a los católicos a colaborar.Ahora, la Iglesia en Chile quiere colaborar con quienes están sufriendo en Ucrania. Todos vemos las noticias y los millones de personas que están siendo desplazadas; y las situaciones difíciles y dolorosas que están viviendo en las ciudades asediadas, donde están pasando necesidades: hay hambre, hay heridos, hay destrucción, por lo tanto, queremos ayudar y lo queremos hacer con un aporte económico. Por eso, en las misas de este domingo 24 de abril, habrá una segunda colecta en la cual se invita a los católicos a colaborar. Esta ayuda será enviada a Caritas Internacional para que llegue a Ucrania y se pueda llevar algo de consuelo y esperanza, y hacer sentir a aquellos que están sufriendo que no están solos y que la preocupación y ternura de Dios se pueda manifestar a través de nuestra generosidad. Les invito a que podamos ser muy generosos en la medida de nuestras posibilidades, sabemos que no son tiempos fáciles en lo económico, que estamos viviendo una inflación, que han subido todos los precios y que los sueldos no alcanzan, pero en la medida que podamos ayudemos, porque hay quienes lo están pasando mucho peor y necesitan de esperanza.