Queridos hermanos y hermanas:
Cada 15 de mayo, la Iglesia nos invita a hacer memoria de San Isidro Labrador, este año coincide en domingo y aprovecho entonces como obispo de invitar a toda la comunidad católica a que pidamos con insistencia al Señor, por intercesión de este hombre de campo que se santificó en su trabajo pida para nosotros el regalo de la lluvia tan necesaria en nuestros días.
San Isidro que labró las tierras madrileñas hace casi 1.000 años atrás, sabe de lo necesario que es el agua para que la tierra produzca y no falte ni el trabajo ni el pan de cada día.
Hoy nosotros vivimos una urgencia de agua. Han sido varios años de una sequía persistente y que va agotando la reserva de nieve y agua.
Como una zona eminentemente agrícola, invito a los creyentes que elevemos nuestra mirada al cielo y pidamos con fe el don de la lluvia abundante.
Nuestros mayores en época de sequía rezaban, hacían procesiones, rogativas para alcanzar esta bendición del cielo, hoy nosotros hagamos lo mismo con la confianza que nos da la fe y nos enseña la Palabra de Dios.
En el profeta Jeremías leemos: “¿Hay acaso entre los ídolos paganos alguno que pueda hacer llover? ¿Acaso el cielo envía aguacero por sí mismo? ¡No, Señor y Dios nuestro! Tú eres quien los envía, Tú eres quien hace estas cosas ¡por eso esperamos en Ti!”. Jer. 14,24.
Pidamos entonces confiados.
El profeta Zacarías nos enseña:
“Pídanle al Señor lluvia…el Señor que produce los relámpagos la enviará en abundancia y a todos les dará hierba en el campo” Zac. 10,1 Hagamos caso a esta enseñanza y recemos en familia para alcanzar esta bendición. Que se cumpla en el hoy de nuestras vidas lo que bellamente dice el Salmo 65: “Tú, Señor, tienes cuidado de la tierra; le envías la lluvia y le haces producir, Tú, con arroyos caudalosos, haces crecer los trigales. ¡Así preparas el campo!, Tú, empapas los surcos de la tierra y nivelas sus terrones; ablandas la tierra con lluvia abundante y bendices sus productos. Tú colmas el año de bendiciones, tus nubes derraman abundancia; los montes se revisten de gala; los llanos se cubren de rebaños, los valles se revisten de trigales”. ¡Señor, que en tu bondad podamos ser testigos de tanta gloria!
Hermanos, hermanas recemos por esta intención. Animo a que, en cada comunidad parroquial, en cada capilla, los sacerdotes, diáconos junto a todos los creyentes organicen jornadas de oración, salgan en procesión con el Santo Cristo, con el Santísimo Sacramento, con la imagen de la Virgen o de San Isidro e imploren esta bendición de la lluvia.
Hagamos esta oración con la perseverancia que rezaba el profeta Elías que en la sequía espantosa que sufría Israel, subió al Monte Carmelo y allí de rodillas y con su cabeza en el suelo suplicó por la lluvia en insistente manera hasta que se vio surgir en el horizonte del mar una pequeña nube que creció y cubrió el cielo y la lluvia llegó a aliviar la tierra extenuada. Hermanos con fe recemos y pidamos la lluvia que necesitamos. Hagámoslo con perseverancia y sin duda veremos la gloria de Dios.
Que la Virgen del Carmen nos ayude con su oración a alcanzar esta gracia.
San Isidro, ruega por nosotros.
+ Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua